MONTEVIDEO (Uypress) - Al menos 5.077 uruguayos se fueron a vivir a España el año pasado, como lo indican las nuevas altas registradas en el padrón español. En 2015, recuerda el diario El País, cuando la tasa de desempleo en Uruguay aún no llegaba al 8% y en España superaba el 20%, era la mitad la cantidad de compatriotas que emigraba al único país europeo que comparte el mismo idioma. Karl Marx decía que las relaciones entre los sujetos -léase las bases de la sociedad- se mueven por la economía. Adam Smith pensaba que el bienestar social se mueve por el crecimiento económico. Y son cientos los teóricos que ven en la economía la clave, también, de la movilidad humana.

El ritmo al que avanza la emigración de uruguayos hacia España parece darles la razón. Después de la crisis de 2002, cuando la fila daba vuelta con creces la esquina del consulado, los que se iban al país europeo eran entre 10.000 y 15.000 por año. Pero luego vino la época de bonanza en Uruguay y el deterioro de la economía española, por lo que la ecuación se invirtió en forma clara. Cuando el Frente Amplio estaba terminando su primer mandato, el número de emigrantes hacia España ya estaba por debajo de los 3.000 al año y, en 2013, alcanzó el mínimo de 1.525. Por ese entonces, uno de cada cuatro españoles que estaban en edad de trabajar y con ganas de hacerlo, estaba desempleado.

En la embajada de España reconocen que "el grado de formación de los uruguayos les permite adaptarse mejor e incluso destacarse hasta como camareros, porque su trato y disciplina ya hacen la diferencia". Eso sí, advierte una fuente diplomática que prefiere el anonimato, "en España aún no repuntó toda la economía y algunos de los servicios que antes eran potentes, como la construcción, siguen sin despegar". El cambio - Cada día, desde hace tres meses, "entre tres y cuatros compatriotas piden ser repatriados". Están en España, sin trabajo, pero no tienen los recursos para costearse los pasajes de retorno. El dato circuló durante esta semana entre los diplomáticos uruguayos. ¿Señal de cambio? Cuando el director general de Asuntos Consulares, Jorge Muiño, llegó a la Cancillería en 2010, Uruguay recién empezaba a ser un país "esponja".

Tras más de seis décadas de saldo migratorio negativo (se iban más de los que venían), desde entonces eran más los recién llegados. Y ese cambio de perfil tenía dos explicaciones: la inmigración de latinos y el retorno de uruguayos. Por entonces, cerca de 3.000 retornados pasaban por año por las oficinas del Ministerio de Relaciones Exteriores para "avisar" que habían llegado (se estima que el universo total podría duplicar esa cifra). El año pasado, sin embargo, fueron 840 los retornados. Y hasta fines de julio de 2019 cayó a 324. Según Muiño, "antes la emigración de uruguayos era unidireccional: iban y se quedaban. Ahora, en cambio, es de doble residencia". Es que hay jóvenes "que se van a hacer la zafra durante los veranos, en especial en los rubros de gastronomía y hotelería". Hay jubilados que, "gracias a los convenios recíprocos de seguridad social, pasan seis meses en Uruguay y seis meses en España". Y hay una "población flotante de doble nacionalidad o con familiares en ambos lados". Pero España tiene, además, otra característica: "es uno de los países preferidos por los universitarios uruguayos para estudiar posgrados que no existen en el país. Suele ser una población que retorna luego de dos o tres años, aunque no siempre".

ESA EUROPA CON ACENTO LATINO

Hubo un momento en que los uruguayos fueron a parar "a los barrios más remotos de Colombes o Ámsterdam". Pero, a diferencia de esa época particular a la que aludía la canción de Jaime Roos, durante el resto de la historia los uruguayos han tenido tres "mecas" principales: Argentina por su cercanía, Estados Unidos por el sueño americano, y España por idioma y tradición. En este último país europeo viven hoy 78.113 personas nacidas en Uruguay. Previo a la crisis de 2002, eran menos de 20.000. La demógrafa Adela Pelegrino explicaba que los países pequeños, como Uruguay, suelen ser (casi por naturaleza) expulsores de población. Y quienes se van, suelen irse a países de rentas más altas. De ahí que España sea una de las opciones elegidas.