Se puede decir que hubo y hay una expectativa importante por el cambio de gobierno del 1 de marzo. Desde todas las tiendas, oficialistas y opositores. Es natural, después de 15 años de un gobierno del Frente Amplio, y del retorno de los dos partidos tradicionales al poder, es obvio que se esperen cambios y sorpresas. A eso se agrega el ingreso al poder de un tercer partido, Cabildo Abierto, que sin duda es el fenómeno nuevo de la política uruguaya y es mayoritariamente de derecha, con algunos personajes que reivindican o justifican la dictadura. Por lo tanto cambios hay y ya están siendo procesados, inclusive en la simbología de la asunción de Luis Lacalle Pou.

Es la famosa rotación. En cuanto a las expectativas están los extremos. Desde los que desde posiciones opuestas apuestan a cambios drásticos, a revisiones totales y profundas y vaticinan éxitos y desastres, hasta los que con sentido uruguayo esperan y confían en procesos medianos, equilibrados y cambios lentos y moderados. Esto desde ambas riberas del torrente que divide la política nacional. Una de las expectativas es que ancho y que profundidad tendrá ese torrente divisorio. Los cambios en la región, donde no hay duda que se ha invertido la tendencia a los gobiernos de signo progresista (Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay) y por otro lado al retorno del peronismo semi-K en Argentina, con Alberto Fernández a la cabeza, hay de todo, pero también grandes impactos como en el Brasil de Bolsonaro.

También hay que registrar una tendencia, que son las reacciones explosivas de la gente, como en Colombia, en Ecuador, en Chile y en otra medida en Brasil. La hubo en Argentina contra Macri y ya comienza el malestar contra el nuevo gobierno. La gente soporta menos las pulgas que antes y explota. Acumula, acumula y explota, como lo hizo en Venezuela, sin grandes resultados, allí sigue la misma imperturbable dictadura fracasada de Maduro y su barakutanga. Todos estos procesos electorales no pueden leerse linealmente, en México por primera vez ganó un candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que por cierto luego de su primer impulso no está aplicando cambios bruscos en ningún terreno, se va hundiendo en la ciénaga violenta y tortuosa de la política mexicana. Con un nivel de aprobación todavía aceptable.

Donde sí hubo un cambio importante en la asunción de Lacalle, es en los que no fueron invitados: ni Venezuela, ni Nicaragua, ni Cuba. Decisión personal del presidente. Otro cambio significativo, es el objetivo de aprobar una amplia ley de 457 artículos de urgente consideración (LUC), que en tres meses deberá recorrer todo el trámite parlamentario o quedará aprobada automáticamente. Es una opción diferente de concentrar al inicio de su mandato los temas que considera prioritarios. Es realmente un gran paquete. Ahora se anuncia su presentación para los primeros días del nuevo mandato. Veremos cuál es el texto definitivo. Lo que la mayoría abrumadora de los uruguayos esperamos son los cambios en materia de seguridad, porque además de ser una de las promesas más insistentes de todas las campañas electorales, es la situación más grave que afronta el país, con un crecimiento de todos los delitos desde hace varios años hasta llegar a niveles que influyen de una u otra manera en la vida cotidiana de las personas de todas las edades. Hay que reiterarlo, las estadísticas y la crónica lo confirman en forma aplastante, los más perjudicados son los habitantes de los barrios y zonas pobres.

Por lejos. La LUC en materia de seguridad, tiene algunos cambios, pero analizando todo el proceso, cualquiera comprende que los resultados dependerán mucho más de los factores operativos, de la labor de inteligencia, del despliegue en el territorio de las fuerzas de seguridad que de la nueva ley. Y naturalmente de aspectos estructurales, la política carcelaria, con las familias y con los presos y ex presos y más en general con las políticas sociales y socio-educativas. Los cambios se podrán medir en determinados plazos, por los resultados, por el impacto en los delitos y los delincuentes y por lo tanto en la vida de la gente honesta. Hablando de gente honesta, hay una expectativa grande -estoy seguro- y en ambas riberas, por el tema de la moralidad pública y el manejo de los dineros del Estado. Es uno de los temas más espinosos, que tienen que ver con el impacto que tuvieron en el anterior gobierno algunos episodios muy sonados, como el caso Sendic, pero también están sonando fuerte en el principal partido del actual gobierno.

Son demasiados episodios juntos que suenan feo, algunos muy feo, como en Artigas, en Colonia en Soriano y en Uruguay es una prueba de fuego. No queremos acostumbrarnos a la corrupción y a la inmoralidad. Seguiremos el tema dede cerca. Otro frente de ataque de los cambios serán sus grandes, medianos y relativamente pequeños proyectos. Una cosa es clara, solo reduciendo el gasto público para que cierren los números, sin grandes inversiones privadas, como UPM y el Ferrocarril Central y Google (que son la herencia del anterior gobierno) y otros que esperamos con ansiedad, no habrá ni crecimiento, ni más empleo ni un buen gobierno. Gobernar no es solo administrar las cuentas. Del otro lado, ya quedaron satisfechos con los 34 cargos para el FA en el nuevo gobierno. Veremos cómo se pasa del bloque social y político de los cambios al bloque político y social de la oposición. Es una prueba totalmente nueva, sería deplorable que solo se manejara por reflejos condicionados. Hace falta elaboración, inteligencia, ideas, propuestas y no solo vivir agazapados.

Ambas coaliciones políticas, sociales y culturales saben perfectamente que la temporada dura cinco años, no hay segunda temporada automática. El Partido Nacional tiene en ese sentido una larga experiencia y ahora tiene adentro un competidor nuevo, Cabildo Abierto, mejor dicho Guido Manini Ríos, que sabe perfectamente donde quiere llegar... Los sectores sociales en el sentido más amplio del concepto, tienen sus propias expectativas, desde los más ricos y potentes hasta los de más abajo, aunque hay que considerar un sector de la sociedad que vota cada cinco años, pero que no sigue ni cree mucho en la política. Son muchos y siguen creciendo y deberían ser una preocupación de todos. El campo, con sus mil quinientos jinetes estará dando una fuerte señal de apoyo pero también de expectativa y de exigencia para el nuevo gobierno.

Esos quieren cambios ¡YA! Con un objetivo bien concreto: ¡Rentabilidad! Lo demás es humo. Del otro lado los medidores salariales y de los derechos sindicales ya se han transformado en flameantes banderas. Además de la defensa irrestricta de los consejos de salarios lo más intocados posibles y de ciertas normas y decretos discutibles, como las ocupaciones de empresas privadas pero no de empresas y lugares públicos, que está en vigencia actualmente. Y los muchos privilegios sindicales. Una cosa es clara, los consejos de salarios tripartitos, tenían antes un significado, la parte del gobierno sin duda y naturalmente favorecía a los sindicatos, y era toda una definición, ahora nadie cree que ese será el talante. Veremos y seguiremos.

Y por último está la Cenicienta, no de los dineros públicos porque en estos años tuvo un aumento geométrico de su presupuesto y de las inversiones, pero que en materia de cambios, de ideas, de renovaciones y sobre todo de resultados ha quedado relegada, increíblemente relegada por gobiernos que se consideraban de izquierda. Lo que está claro que esto no se arregla milagrosa y rápidamente con un zapatito de cristal...y con mucha magia. Es una prueba extremadamente complicada y con muchos más enemigos y adversarios que las tres feas hermanastras del cuento.

por ESTEBAN VALENTI