MONTEVIDEO (Uypress) - Este martes 29 de setiembre se celebra, por primera vez, el Día Internacional de Concienciación sobre las Pérdidas y el Desperdicio de Alimentos: una oportunidad para repasar la situación de Uruguay en esa materia.  Es preocupación de la FAO incrementar al máximo posible la disponibilidad de alimentos para consumo humano a nivel mundial. Por este motivo, también está comprometida en impulsar acciones para reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos, en relación, también, con los objetivos de Desarrollo sostenible 1, 2 y 12. La relevancia de esta objetivo se ha hecho más evidente en estos tiempos de pandemia.

En Uruguay, la FAO impulsó la creación, en 2016, del Grupo de Trabajo Interinstitucional, que actualmente lidera y está integrado por representantes del Ministerio de Ambiente; el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca; el Ministerio de Desarrollo Social; la Intendencia de Montevideo y la Comisión Especial de Asesoramiento Legislativo sobre el Derecho a la Alimentación de la Asamblea General.

Ese grupo impulsó la realización, en 2017, del primer estudio de evaluación de pérdidas y desperdicio a nivel de Uruguay entre 2011 y 2016.  Este estudio, publicado en 2018, fue el primer trabajo realizado para la evaluación de pérdidas y desperdicio en Uruguay. Lo llevó a cabo, a través de la Fundación Ricaldoni, un grupo de trabajo multidisciplinario, interinstitucional, en el cual colaboraron también distintos actores de las cadenas de suministro y de organismos del estado.

En el estudio se identificaron las pérdidas y sus causas principales, así como acciones para mitigarlas. Las pérdidas estimadas son menores a las de otros países de la región y comparables con los de los países desarrollados. También se puso en evidencia que los distintos actores, tanto del sector gubernamental como privado que han venido realizando esfuerzos para la reducción de pérdidas y desperdicios, tienen interés y manifiestan compromiso para continuar trabajando en pos de reducir las pérdidas y desperdicios tanto como sea posible.

Además, el Grupo de Trabajo Interinstitucional promovió la inclusión de un artículo específico dedicado a las pérdidas y desperdicio de alimentos, en la Ley de Gestión Integral de Residuos, aprobada en 2018.

En base al trabajo publicado en 2018 la FAO, junto con el equipo interdisciplinario, impulsa un nuevo proyecto dirigido a estudiar cadenas de suministro específicas, aplicando la metodología de estudio de caso en análisis de pérdidas de alimentos desarrollada por la FAO a nivel internacional, con el objetivo de entender las razones por las cuales ocurren las pérdidas.

También, buscan identificar posibles soluciones para reducirlas, atendiendo la situación de los actores involucrados en los distintos eslabones de la cadena. La aplicación de esta metodología será un insumo para continuar el estudio de otras cadenas y se espera que también genere una dinámica que beneficie a otros sectores.

Actualmente, existen actores como la Red de Alimentos Compartidos (Redalco) que redistribuyen alimentos que salen del circuito comercial.

Redalco: "estamos apostando a tener una escala mucho más grande"

Redalco es una organización social surgida a iniciativa de un grupo de estudiantes que hoy en día, provee de alimentos recuperados a 220 instituciones (refugios, clubes de niños, centros juveniles, agrupaciones de vecinos, ollas populares, etc.) que participan de la alimentación de 22.000 personas.

Desde 2016, recuperaron y donaron 770 mil kilos de alimentos, equivalentes a 1.950 mil platos de 400 gramos de comida, y esta semana Redalco tiene previsto ampliar su alcance a 30 merenderos más, a los que entregará 3 cajones de frutas por semana a cada uno.

La organización también colabora con Solidaridad.Uy una iniciativa surgida de la crisis generada por la pandemia de COVID-19, que nuclea iniciativas solidarias de Montevideo y a través de la cual la FAO y el UNFPA realizaron una donación de alimentos el jueves pasado.

Desde sus orígenes, Redalco se centra en recuperar invendidos del principal mercado de abasto de Uruguay, el Mercado Modelo de Montevideo. Pero ahora, en base a lo que el estudio impulsado por la FAO en 2018 arrojó que gran parte de las pérdidas y desperdicios en Uruguay son pérdidas (es decir que se originan en la cadena de producción) está ampliando su alcance a los productores de frutas y verduras.

"Nos dimos cuenta que, si le dábamos un aporte económico al productor para que, en vez de dejar ese alimento en el suelo, le pueda pagar a alguien que lo junte y por lo menos cubrir los costos, bastaba con ir después a la chacra a buscarlos o recibirlos y así como están, entregarlos en formato entero y que eso nos simplificaba mucho la clasificación", explica Marcelo Sus, cofundador y director de Redalco.

Los precios que se pagan para recuperar los alimentos en las chacras gracias a las donaciones que recibe Redalco de instituciones, particulares y empresas, "son bajos porque los productores saben que somos una ONG y estamos donando alimentos, así que nos ayudan" aclara Sus.

Justamente, la FAO recomienda que, para poner fin a la pérdida y el desperdicio de alimentos es necesario configurar modelos empresariales innovadores, con participación del sector privado y señala que se necesitan nuevos enfoques para financiarlos.

"Vimos que logramos un impacto interesante con pocos recursos. Sabemos que son 250.000 personas con inseguridad alimentaria: ¿cuánto precisamos si queremos llegar a ese universo total? Vimos que no faltaba mucho", dice Sus, citando cifras de la FAO.

Actualmente, llegando a tan solo 15 productores están recolectando 60 mil kilos de alimentos por mes. "Si se juntan y se alinean recursos y apoyos estatales y de privados, estamos apostando a tener una escala mucho más grande de aquí a tres años, porque demostramos que el trabajo que estamos haciendo es eficiente y lo estamos haciendo bien", asegura el presidente de Redalco.

Los estudios realizados por la FAO a nivel mundial muestran que, cuando las reducciones en la pérdida de alimentos ocurren cerca de la granja, son más efectivas para abordar la inseguridad alimentaria y aliviar la presión sobre la tierra y el agua.

Por otro lado, cuando las reducciones en el desperdicio de alimentos ocurren en la parte posterior de la cadena de suministro y en la esfera del consumidor, son clave para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.