Uno de los cursos de agua más contaminados del mundo, el Riachuelo de Buenos Aires, se encamina a cambiar su derrotero merced al aporte de tecnología italiana. "Turbio fondeadero donde van a recalar, barcos que en el muelle para siempre han de quedar... torvo cementerio de naves", así el poeta Enrique Cadícamo, hijo de italianos que emigraron a la Argentina en 1907, representada en un tango, "Niebla del Riachuelo", el río que cruza la mítica Boca de Buenos Aires. Con el paso de los años ha ganado fama como de una de las corrientes más contaminadas del mundo. De tan solo 64 kilómetros de largo, afluente del río Matanza, el Riachuelo está desbordado de residuos orgánicos e industriales, y avanza contaminado y majestuoso hacia el Río de la Plata. Su recuperación y saneamiento fue "urgente prioridad" de varios gobiernos argentinos. Un enunciado que permaneció en letra muerta durante décadas. Los ecologistas han denunciado sistemáticamente el daño a la salud de los millones de personas que viven en su cuenca y hace años Greenpeace, acompañado por el artista Nicolás García Uriburu, en aras de la protesta tiñó de verde las aguas del río, en un gesto sensacional realizado por primera vez en 1968 en Venecia. Hoy el espectro del aumento de la contaminación y el daño luce irreversible para el ecosistema Cuenca Matanza-Riachuelo. Pero parece que realmente han encontrado una respuesta con una monumental obra de infraestructura en progreso, la más grande financiado en América Latina por el Banco Mundial. Para demostrar que "esta vez va en serio", la empresa estatal Aysa contratada por el ministerio del Interior está al frente de la ejecución de las obras por valor de 1.200 millones dólares, e invitó a los medios de comunicación, incluyendo a ANSA, a visitar el sitio de construcción que se presenta como un festival de "know how" italiano. El primer lote fue asignado a la empresa Ghella, originaria de Milán y experta en el trazado de túneles; la segunda a las empresas argentinas, y la tercera al grupo Salini-Impregilo, uno de los mayores grupos de construcción de Italia. Antes de bajar con un ascensor 40 metros por debajo del nivel del terreno para inspeccionar un túnel destinado a transportar los lodos de alcantarillado rehabilitados en las aguas del Río de la Plata, el presidente de Aysa, José Luis Inglés, aseguró que, "también gracias a la supervisión del Banco Mundial, el proceso de la asignación de órdenes y adjudicaciones fue totalmente transparente". "Esta es -agregó- la alcantarilla más importante de la capital de los últimos 75 años". La última, de hecho, se realizó en 1944. Sin embargo, antes, por ejemplo, en 1915, "Buenos Aires estuvo a la vanguardia del sector, con una cobertura de cloacas más extensas que la de París", apuntó. Pablo Bereciartua, subsecretario de Infraestructura y Política Hídrica, resaltó la urgencia del Proyecto: "Según datos de la Organización Mundial de la Salud donde no hay alcantarillado la gente vive diez años menos". En esta zona viven 4,3 millones de personas, apunta el funcionario, y "solo el 15% tiene caños y 40% agua potable". Con la conclusión de la obra -se la proyecta entre fines de de 2021 y principios de 2022- "estas personas saldrán de la emergencia". Orgulloso del proyecto, que considera "espectacular", el gobierno del presidente Mauricio Macri se ufana de haberlo recuperado antes de que el Banco Mundial lo revocara por "no uso" de los fondos. Son 40 kilómetros de túneles construidos con la tecnologías más avanzadas, que recibirán las aguas contaminadas, la trasladarán a un centro capaz de "curarlas" a 27 metros cúbicos por segundo y finalmente las liberarán en medio del Río de la Plata, después de un recorrido subterráneo de 12 kilómetros.