En un principio, la Policía tenía la hipótesis de una bala perdida durante un ataque por venganza contra el padre del chico, que estaba preso, pero las pruebas descartaron esa versión.

Finalmente se reunieron las pruebas suficientes para imputar al tío del niño muerto.

Esa noche, el joven de 18 años manipulaba un arma de fuego en la casa cuando se le escapó un tiro que terminó hiriendo mortalmente a su sobrino.

El joven ha sido imputado por el delito de homicidio a título de dolo eventual y un delito de tráfico interno de armas.