Primero fue acogido con escepticismo, pero luego desató un gran entusiasmo y el uso de plasma tomado de pacientes que superaron el Covid-19 es una de las armas potenciales y menos costosas contra la enfermedad, sobre la que se han lanzado pruebas en todo el mundo en los últimos meses, comenzando por Italia, aunque hay aún numerosas dudas por la escasez de datos científicos. Es que la evidencia a favor de su utilidad aún no está suficientemente consolidada y los investigadores están pidiendo más ensayos clínicos estrictos. Para frenar el entusiasmo, incluido el del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien habló de "una respuesta excepcional" con la terapia con plasma, apareció hoy un artículo publicado en el sitio web de la revista Nature. El plasma, que es el líquido que queda después de procesar las células de sangre donada, contiene anticuerpos de personas que pasaron por la convalecencia y es utilizado, por ejemplo, en el caso del Ébola o MERS -síndrome respiratorio de Oriente Medio, enfermedad respiratoria contagiosa que puede ser fatal- para tratar a otros pacientes con la misma enfermedad. Son diferentes ahora los estudios que muestran los resultados incluso contra las infecciones graves por SARS-CoV-2. Parecería, de hecho, reducir la mortalidad a enfermos de Covid-19 a aproximadamente el 50% según una revisión de la literatura realizada por la Clínica Mayo, y que ya tiene algunos adelantos publicados. Otro estudio realizado en Italia por el instituto San Matteo de Pavía y el Hospital de Mantua, publicado en la revista Haematologica, mostró una reducción en la tasa de mortalidad de 13- 20% a 6% entre pacientes con Covid-19 en cuidados intensivos. En esta arma también puso también foco la Comisión Europea, que ha lanzado un proyecto internacional, así como el Instituto Superior de Salud (ISS) y la Agencia Italiana de Medicamentos (AIFA), que participan en un estudio nacional comparativo en marcha en Italia. Pero aún es poco para conclusiones, pues como se enfatiza en Natura, el plasma anti Covid-19 "solo se ha probado en estudios pequeños, que no dan la fuerza estadística para proporcionar conclusiones definitivas", así que más allá de las muchas expectativas, no faltan las incertidumbres. Comenzando por el hecho de que el plasma de diferentes personas presenta diferente concentración de anticuerpos, y las pruebas para determinar si están presentes para neutralizar el virus son costosos, agrega en la publicación el especialista en enfermedades infecciosas Fazle Chowdhury, de la Universidad de Dhaka. "Hay buenas razones para pensar que podría resultar un tratamiento eficaz", aclara el epidemiólogo Martin Landray, de la Universidad de Oxford, quien está llevando a cabo el gran estudio de recuperación para probar varias terapias, incluido la de plasma. Sin embargo, añade que "no tenemos suficientes datos para averiguarlo". Para el ex comisionado de la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), Robert Califf, la terapia "podría funcionar, pero es necesaria fomentar la participación en los estudios aleatorios, que ahora son una de las principales prioridades". Estados Unidos podría ampliar el acceso a la terapia con plasma, facilitar su administración fuera de los estudios. Pero hay dudas sobre la autorización para eso de la FDA, dijo recientemente el periódico The New York Times en base a reflexiones de grandes científicos, como Anthony Fauci y Francis Collins, que opinan que los datos vigentes aún son "muy debil". Sin embargo, el plasma es solo una de las dos ramas de investigación que se centra en la inmunización pasiva contra el Covid-19 con anticuerpos derivados de donantes, de hecho, hay sintéticos. Entre los proyectos más avanzados en el campo de los anticuerpos monoclonales, sobresale el guiado por la Universidad de Toronto, que cuenta con la colaboración de la Universidad de Roma Tor Vergata.