MONTEVIDEO (Uypress) - El sábado a la mañana me robaste la cartera en la calle Juan Arteaga. No sé tu nombre. Vos sí sabes el mío porque te quedaste con mis documentos. Caminé cinco metros desde el auto al portón de mis amigos y enseguida escuché tu corrida. Llamalo sexto sentido pero intuí que venías por mi así que decidí que lo mejor era estar de frente.

Llevaba la cartera cruzada y de lo contrario me ibas arrastrar otros cinco metros.

Sí, me asustaste. Sos bastante más alto que yo, nunca sabés como puede terminar eso y tengo gente que me importa y a la que le importo. Pero te voy a contar una cosa, después de esos segundos que parecen muchos, cuando al fin te alejaste junto a tu amigo en la moto, después del susto y la rabia, solo me quedó un sentimiento que me acompañó por mucho más tiempo. Me sentí profundamente triste. Por eso decidí escribirte esta carta. Porque ni bien me di vuelta, me alcanzó con ver solamente tus ojos dentro del casco para saber que tenés la edad de mis hijos. Que ironía. Llevabas un antifaz de vos mismo.

Me hubiera gustado agarrarte del brazo y sentarte a prepo en el cordón - ¡Y sacate el casco cuando te hablo! Y vos apagá esa cosa con ese ruido infernal y sentate ahí también! ¡Carajo! - ¿En que están pensando? ¿Qué quieren hacer de sus vidas? -

Tenes razón. No sé nada de tu vida. No sé que tan difícil es. No sé si vivís entre la basura o la violencia, si saliste de casa pisando el barro, si comiste, si alguien te despidió con un beso antes de salir y te dijo como todas las mañanas: cuídate. Pero no importa. Porque las cárceles están llenas de muchachos como vos. Y creeme, ahí las cosas parecen mucho más injustas. Porque la mayoría de los que empiezan como vos no llegan muy lejos. No te lo digo para asustarte. Te lo digo por si no tenes a nadie que te lo diga. Te lo digo porque estás haciendo las cosas mal. Lo que va a hacer la diferencia en tu vida son las decisiones que tomes. Porque del otro lado está lleno de muchachos que a pesar de todo se levantan todas las mañanas a buscarse la vida de otra manera. Son la mayoría. Dirás ocho horas por un sueldo de miseria cuando tenes suerte de conseguir un trabajo. También tenés razón. Yo también pienso que el mundo debería ser un lugar mucho más justo y solidario. Pero no por eso tenes que salir a asustar y a robar a los demás. Mis amigos, a los que les estaba llevando unos papeles, me dijeron que no vaya más por su barrio, que en todo caso ellos iban por el mío. De ninguna manera. No voy a dejar de ir. Porque no puede haber barrios de primera con cobertura de cámaras de todos los ángulos posibles en cada esquina y los de segunda, donde no podes caminar cinco metros de cartera, y ni que hablar los barrios donde los niños tienen que entrar corriendo del recreo porque ese día hay "ajuste de cuentas" y llueven balas. ¿Eso es lo que querés? ¿Eso te parece justo?

Si no queres hacerlo por nadie más, igual hacelo por vos mismo. Animate a imaginar algo mejor para tu vida. Para eso sí que hay que ser guapo. A lo mejor ahora porque sos tan chico no te das cuenta pero yo quería decírtelo. Querete. Agarrá a alguien de la mano, reírte hasta que te duela el estómago, bailá esa música espantosa, imagínate viejito con los mismos amigos. Elegí. Agarrate a la vida.

Vos tampoco sabes mucho de mí, salvo lo que pudiste averiguar hurgando en mi cartera. Sabes que no llevo nada de mucho valor, que soy a veces desordenada y voy juntando papeles y alguna botella vacía hasta que encuentre un contenedor de reciclado, me preocupa dejarte un mundo mejor. No se si lo que te llevaste te sirvió de mucho, de corazón espero que te sirvan más estas palabras.

La mujer de la cartera marrón