La Estación Espacial Internacional (EEI) es la nave espacial más grande que ha construido la humanidad, mide unos 109 metros de largo (casi como una cancha de fútbol), pesa alrededor de 453 toneladas y hoy cumple dos décadas habitada.

Es el laboratorio a más altura creado por el hombre, ya que orbita la Tierra a cerca de 400 kilómetros de su superficie.

Sus primeras piezas salieron al espacio en 1998 y este 2 de noviembre la EEI suma un hito más a su existencia, se cumplen 20 años desde que recibió a sus primeros huéspedes y desde que empezó a estar habitada de manera continua.

Desde que los astronautas Bill Shepherd (estadounidense), Yuri Gidzenko y Sergei Krikalev (rusos) se hospedaron ahí en noviembre de 2000, la estación siempre ha estado ocupada, por 242 personas (en total, en distintos momentos) de 19 países.

El azul del océano visto desde el espacio y el caos de los laboratorios, donde aparecen las insignias de las misiones y las fotos de amigos entre los materiales e instrumentos científicos: estos son los símbolos, captados por las tomas fotográficas del astronauta italiano Paolo Nespoli.    

Señales de la presencia del hombre a bordo de la Estación Espacial Internacional, que durante 20 años se ha convertido en un gran hogar-laboratorio.

El 2 de noviembre de 2000 llegaron a la Estación Espacial sus primeros inquilinos: el estadounidense Shepherd y los rusos Gidzenko y Krikalev y abrieron una nueva página en la historia de la exploración espacial que haría de la estación orbital un lugar de investigación abierto a todos y un trampolín para la nueva economía espacial, la nueva economía que vincula cada vez más las actividades industriales llevadas a cabo en la superficie del planeta con los procesos y datos proporcionados por la investigación en órbita.

La Estación Espacial tiene un volumen habitable de más de 400 metros cúbicos. Gira alrededor de la Tierra a una velocidad promedio de 27.600 kilómetros por hora desde una altitud de unos 400 kilómetros, es el objeto más grande jamás construido en órbita y el más caro jamás construido (las estimaciones oscilan entre 35 y 160 kilómetros por hora y miles de millones de dólares) y sobre todo es un ejemplo único de colaboración internacional, gestionada como lo es por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europa, Canadá y Japón.

Ahora la presencia del hombre a bordo es palpable y ha dado lugar a lo que Nespoli define como "la humanización de un laboratorio tecnológico".

Sus fotos, expuestas en una exposición en Roma organizada por Leonardo, cuentan bien esta historia en la que la tecnología más avanzada se entrelaza con las muchas historias de los hombres que primero trabajaron en la construcción de la estructura y luego en el mantenimiento y gestión de cientos. de experimentos, desde el cazador de antimateria gigante AMS (Espectrómetro Magnético Alfa) que captura rayos cósmicos fuera de la Estación Espacial, hasta la primera ensalada cultivada a bordo.

Unas 64 tripulaciones se han sucedido en la estación orbital, para un total de 242 astronautas. Entre estos cinco italianos, incluida Astro Sam, la primera mujer italiana en ir al espacio.

En general, la Estación Espacial Internacional ha sido "un campo de entrenamiento extraordinario para Italia", dijo el presidente de la Agencia Espacial Italiana (ASI), Giorgio Saccoccia. "Nuestro país, agregó, ha estado presente desde el inicio de ese proyecto con la construcción de los primeros módulos: los primeros ladrillos que hicieron posible crear esta estructura extraordinaria y que representa lo que es posible hacer cuando unimos fuerzas a nivel internacional".

Para el CEO de Leonardo, Alessandro Profumo, la Estación Espacial es un formidable ejemplo de ingenio humano, industrial y tecnológico. "Los innumerables experimentos llevados a cabo en su interior han representado retos imperiosos para el hombre y para la industria del sector que nos llevarán, en un futuro próximo, a la creación de nuevas estructuras orbitales cada vez más distantes, empezando por la de la Luna", enfatizó .