El Papa Francisco estableció con un "motu proprio" que los ministerios del Lectorado y Acólito estén, a partir de ahora, también abiertos a las mujeres, de forma estable e institucionalizada con un mandato específico.

Las mujeres que leen la Palabra de Dios durante las celebraciones litúrgicas o que realizan el servicio del altar en realidad ya contaban con una práctica autorizada por los obispos. Sin embargo, hasta ahora todo esto ha tenido lugar sin un mandato institucional adecuado.

El Papa ha decidido ahora que las mujeres puedan acceder oficialmente a los ministerios del Lectorado y del Acólito (lectura durante las liturgias y servicio en el altar). "La elección de conferir también estos cargos a las mujeres, que implican estabilidad, reconocimiento público y el mandato del obispo, lo hace más efectivo en la Iglesia", explica el propio Francisco en una carta al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Lusi Ladaria. Se trata, amplió, de la "participación de todos en la obra de evangelización".

Relanzando sus palabras de la Exhortación Apostólica "Querida Amazonia", el Pontífice agrega: "Esto también asegura que las mujeres tengan un impacto real y efectivo en la organización, en las decisiones más importantes y en el liderazgo de las comunidades, pero sin dejar de hacerlo con el estilo de su impronta femenina".

Abrir oficialmente las puertas a las mujeres en el Lectorado y Acólito no significa que puedan convertirse en sacerdotes. El Papa Francisco lo especifica al hacer suyas las palabras de Juan Pablo II: "Con respecto a los ministerios ordenados, la Iglesia de ninguna manera tiene el poder de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres".

Pero para los ministerios no ordenados "es posible, y hoy parece oportuno, superar esta reserva", explica el Papa refiriéndose a la abolición de la referencia a los hombres sólo para convertirse en Lector o Acólito. "Esta reserva tenía su significado en un contexto específico, pero se puede repensar en nuevos contextos", apuntó Francisco.

La nueva formulación del canon reza: "Los laicos de una edad y unos dones determinados por decreto de la Conferencia Episcopal podrán ser empleados permanentemente, mediante el rito litúrgico establecido, en los ministerios de lectores y acólitos".

Por lo tanto, se suprime la especificación "del sexo masculino" que se refería a los laicos y que estaba presente en el texto del Código hasta la modificación de hoy.