Todo un tema hablar de Argentina no? Es el país más cercano, en todo, hablan “casi” como nosotros, toman mate aúnque chiquito, locos por el futbol y los dos países sólo se separan por un par de puentes y un estuario. Son nuestros “hermanos” (menos los porteños que no son hermanos ni de los cordobeses) y parece que su situación es tan desastrosa y delicada que, algunos políticos, economistas y politólogos de todos los colores, se atrevieron a pronosticar la enésima crisis político-institucional. No podemos olvidar los 4 Presidentes del 2002 o los descamisados a la llegada del General Perón a Buenos Aires, las hiperinflaciones, los golpes de estado etc. Desde exactamente 75 años, cuando asumió por primera vez la Presidencia de la Nación Juan Domingo Perón en 1946, ese país próspero. que supo ser la cuarta potencia mundial por su trigo en las primeras décadas del siglo XX, se fue hundiendo con un sistema político que tomó el poder siempre, con un par de excepciones que terminaron muy mal. Un querido amigo, un porteño de ley, una vez, en una sola frase me explicó todo.

Le pregunté: ¿porqué gana siempre el peronismo en Argentina? Y me contestó “Porque tiene la llave de la Caja Fuerte”. Nada más emblemático para definir un país gobernado por derecha, centro o izquierda, pero siempre por el mismo partido. Me fue muy difícil, en 2003, cuando fui a cubrir para la RAI las elecciones presidenciales ganadas por ese Menem que renunció para evitar un papelón en un ballotage, explicarle al Director del Telegiornale RAI como funciona la política argentina. Me preguntó: “Stefano, ¿me puedes explicar como Menem, que es de derecha y está casado con la Casa Blanca, pertenece al mismo partido de Kirchner, que es de izquierda y está casado con Fidel Castro?”. Mi respuesta fue, más o menos así: el Peronismo no es un partido con una ideología precisa. Lo único que, en cierto sentido puede unir Menem con Kirchner es el claro corte populista de ambos. El peronismo es un movimiento y, como tal, se mueve desde la extrema derecha a la extrema izquierda o el centro político. Su poder es capilar: los caudillos son la base de este movimiento que comenzó a comprar votos (mientras le mostraba las imágenes de mi camarógrafo filmando un señor de corbata que entregaba dinero cash a cada participante de una manifestación de Carlos Menem).

En Argentina no hay una “escuela política”, digo la “real politic”, como hay en Italia, Francia o Uruguay. Más allá que todos dudamos de la mayoría de los políticos en todo el planeta que, en menos de un siglo, perdieron más de la mitad de una credibilidad que tenían hace apenas en los años ‘70, nada nos asombra de lo que pueda pasar en Argentina. Muchos sostienen que el ciclo de crisis y recuperación del país es de unos 10 años hace muchas décadas. Lo que sí podemos decir, en base a hechos concretos, que, algunos políticos, como el mismo Menem, lograron que sus conciudadanos (o súbditos en algunas ocasiones) pudieran tener cortos períodos de bonanza, hasta extraordinarias, como, por ejemplo entre el 1991 y 1996, cuando, con el Plan de Estabilidad Monetaria (1 Peso – 1 Dólar) se vendieron casi todos los bienes nacionales, se privatizó todo, entró mucho dinero y se mantuvo una paridad que permitía, a casi todos los argentinos, comprar sus electrodomésticos en Miami! Cuando se terminó la fiesta y la plata se vino el mundo abajo, la hiperinflación y todos conocimos las consecuencias que se llamaron pobreza y desesperación.

Fue polémica una declaración de un seguidor de Menem que, en 2003, dijo “Carlitos tiene como 5.000 millones de dólares, si no gana las elecciones es porque no quiere”. Luego vino el kirchnerismo que, en un primer periodo, ayudado por la explosión de los precios de los comodities, pudo acomodar, en parte, la situación. Cuando me enteré que el Estado argentino firma unos 20 millones de cheques, entre jubilaciones, planes sociales, ayudas, PAMI etc. por mes, me di cuenta que hay una mitad de la población argentina que mantiene a la otra mitad. Esta relación, además de diabólica para el crecimiento de un país, resultó imposible de enfrentar para Macri que, no es político y no demostró mucha cintura en una situación de extrema gravedad. Como todo estaba previsto, a pesar del terrible odio que profesaba por su Vicepresidente, las últimas elecciones fueron ganadas por Alberto Fernández que, además de no estar a la altura de la situación, no tiene carisma, no supo rodearse de buenos gestores y, encima, se le vino una pandemia mundial que llevó el país a un 50% de su población en estado de pobreza! ¿Se acuerdan cuando se decía que cuando en Argentina había una gripe en Uruguay comenzábamos a estornudar? Bueno, si hay un importante logro del gobierno anterior, es haber cortado un cordón umbilical que duró décadas. Ahora nuestro país no depende de Argentina… son vecinos, a veces incómodos, pero ya no nos hacen tanto daño, excepto los que no vienen más a Punta del Este.

STEFANO CASINI