POR ESTEBAN VALENTI

En los pliegues de los muchos cambios que se han producido en estos 13 meses de nuevo gobierno en el Uruguay, de la pandemia y sus profundo impacto, de un inicio de políticas altamente exitosas al desastre en marzo del 2020 a la actualidad en que somos el peor país del mundo, hay un cambio político que ha pasado casi desapercibido.

Lo que pierde de prestigio y de apoyo ciudadano el gobierno multicolor nacional en Uruguay, no lo gana automáticamente el Frente Amplio. Es una batalla mucho más compleja.

Además de la observación política personal que cada uno puede ejercer yo tengo un indicador, la encuesta de Montevideo.com que si bien no es por muestreo, participan de 29.825 personas y que siguiendo el historial de la encuestas durante muchos años permite ajustes que brindan información muy valiosa:

Superado un año de la asunción del nuevo gobierno de coalición

¿Cómo califica su gestión?

  • Muy buena 24.43 %
  • Buena 17.15%              41.58%
  • Regular 12.17 %
  • Mala 17.38 %
  • Muy mala 26.98 %        44.36%
  • No lo sé 0.83 %
  • No me interesa 1.06 %

Votos: 29825
Periodo de Votación: 03/05/2021 14:33:47

En resumen, los que opinan negativamente (gestión mala y muy mala son 44.36%); los que opinan positivamente sobre el gobierno (buena y muy buena son 41.58%) y por una gestión regular son 12.17%.

El apoyo al gobierno notoriamente ha desmejorado pero ningún otro gobierno de los partidos tradicionales tuvo estos registros de respaldo un año después de gobernar y de afrontar una crisis de estas dimensiones.

El 4 de mayo se publicaron los datos de la última encuesta de Cifra sobre: EVALUACION DE LA GESTION DEL PRESIDENTE (Abril 2021).

"Hoy el 60% aprueba la forma en que Lacalle Pou se está desempeñando como presidente y el 28% desaprueba. La proporción que aprueba es idéntica a la que obtenía cuando asumió en marzo del año pasado, pero menor a la que logró a mediados de año, cuando el 66% evaluaba positivamente su gestión. Las desaprobaciones, en cambio, siguen siendo minoritarias, pero aumentan sistemáticamente desde marzo 2020, cuando eran de apenas el 16%, hasta ahora, cuando alcanzan el 28%." 

"Si se compara la evaluación actual con la del pico de aprobaciones, en julio de 2020, se observa que en todas las filas políticas caen los juicios positivos. Entre los votantes blancos casi todos aprobaban y aprueban la gestión de Lacalle Pou: era 95% en julio pasado y 91% hoy. Entre los votantes de los partidos socios de la Coalición también el apoyo sigue siendo muy mayoritario, pero cae 8 puntos, de 90 a 82%. En filas del Frente Amplio, en cambio, ya en julio sólo un tercio tenía un juicio positivo sobre el presidente y hoy lo tiene apenas un cuarto".

Esto confirma lo que opinamos luego de la encuesta de Montevideo.com y aplicando el índice de corrección correspondiente a una recolección de opiniones y a una encuesta por muestreo, nos da valores muy similares y un dato político idéntico, el gobierno y en particular el Presidente tienen un alto nivel de apoyo, con una tendencia decreciente pero alto, como nunca tuvo un gobierno blanco o colorado.

Las causas: ¿Es solo un problema derivado de la lucha política? ¿Es un refugio en el gobierno nacional de mucha gente ante tantas incertidumbres? ¿Son méritos de la gestión y de la comunicación del presidente de la república? ¿Cuánto pesa en esta situación la acción del propio Frente Amplio?

La explicación no es simple ni lineal y representa uno de los cambios más importantes de la política nacional desde hace muchas décadas, desde 1971, con la fundación del Frente Amplio y obviamente con el interregno de la dictadura.

En realidad hay que mirar la tendencia y es notorio que el alto nivel de apoyo al gobierno, se ha comenzado a debilitar y este proceso se acelera y se intensificará, por dos factores concluyentes, los pésimos resultados actuales en la lucha contra la peste - con un alto saldo de enfermos y de muertos - pero además por las crecientes consecuencias sociales: hambre, pobreza, desempleo y enlentecimiento notorio de la economía. Cada día es más claro que no todo se puede cubrir con la pandemia y con la herencia maldita. Ya irrumpen con fuerza méritos y defectos y las políticas propias. Y también las capacidades e incapacidades para ejecutarlas.

Aunque el plan del gobierno, al menos del Partido Nacional y en particular del herrerismo, es administrar este período siniestro de la peste y tener reservas para lanzar una amplia ofensiva económica y política en el segundo semestre del 2022, 2023 y 2024, sus socios sobre todo el Partido Colorado y Cabildo Abierto, tienen sus propios planes y los demuestran desde ahora, los colorados tímidamente, los cabildantes con más fuerza. Dentro de esa ofensiva, no descartemos que copiando iniciativas del pasado reciente y no tanto, se comience a hablar de "reelección".

Lo que está claro es que la caída del apoyo al gobierno, no impacta en el crecimiento del FA. Esta fuerza política debe construir su propio camino, renovar muchas cosas y dejarse de ser una sombra de su pasado, con la sola excepción de sus tres intendentes.

Cuando una fuerza política en cualquier lugar del planeta antes de abrir la boca, ya se sabe lo que va a decir hasta en los detalles, va por muy mal camino. Tiene más iniciativa el movimiento social que el propio FA y esa no es ninguna garantía, hoy ya no son vasos comunicantes.

Tampoco a nivel de los sectores más pobres, desocupados  y de los jóvenes, el crecimiento del FA no es mecánico y proporcional a la situación material mucho más dura que deben afrontar y enfrentar.

Primero, porque el FA fuera de declaraciones de circunstancias y casi calcadas no ofreció gran cosa para negociar, buscar soluciones concretas que no pueden y no deben esperar otros cuatro años, segundo porque la mochila del pasado, de sus errores y debilidades sigue siendo muy pesada y le cuesta diferenciarla de sus méritos y resultados  - que los tuvo - por la falta muy clara de una línea política y de su aplicación a cada nuevo episodio y para construir una visión estratégica.

Donde las debilidades son más evidentes es en el debate ideológico-cultural. Cuando se viene de 15 años ininterrumpidos de gobernar de más de 30 de gobernar la capital y varios departamentos, es obvio que esta batalla se hace mucho más compleja y si a eso se agrega la nueva situación de la pandemia, todo es mucho más exigente para construir un discurso, un relato. Agreguemos a eso la crisis de liderazgo y el entrevero frecuente en sus posiciones.

Paradójicamente quien aprovechó muy bien la pandemia para la batalla ideológica fue sin duda el oficialismo y más concretamente el herrerismo, sin mucho nombre ni referencia histórica, a pura consigna. La "libertad responsable" y la responsabilidad personal como la clave para combatir la pandemia fueron realmente bien utilizadas por ellos y la izquierda en sus diversas variantes respondió con picotazos. Y nada más.

La "libertad responsable" y sus consecuencias de reducir el Estado a un simple barita cada día más reducido en su papel de manejar el tráfico, no es una consigna de agencia de publicidad, es el eje de una batalla ideológica y cultural de fondo. Es el intento de destruir el batllismo y su base histórica y su vigencia actual.

La definición de que el fracaso de la "libertad responsable" es el fracaso de la humanidad es el corazón de un razonamiento totalmente reaccionario. Básicamente dependemos cada uno de nosotros mismos, no solo para combatir la pandemia, sino en la vida en sociedad, frente a las principales alternativas de la vida. Frente al éxito y al fracaso. Todo lo contrario de lo que fue nuestra historia nacional en sus mejores momentos. Esto no quiere decir que los individuos en sociedad no tengan responsabilidades ineludibles, pero como sabemos que Lacalle no hizo una opción anarquista, su empecinamiento en defender hasta ese extremo su visión tiene un objetivo que va mucho más allá de sacarse la principal responsabilidad en los estrepitosos fracasos en la lucha contra la peste, es un mensaje ideológico estratégico. Y la izquierda la balconea, ni siquiera lo discute o lo hace con anécdotas.

Está claro que la "libertad responsable" funciona en el limbo de los buenos deseos, pero si se aplicara al tráfico, al alcoholismo, al consumo de tabaco, a centenares de actividades que están fuertemente reguladas e impuestas por el Estado, viviríamos en una jungla, por ejemplo en el pago de los impuestos o en la defensa de la propiedad privada.  Allí la libertad responsable, tiene un enorme y sólido cerco de leyes y de hombres armados para protegerlas.

Vuelvo al principio, el Frente Amplio sigue atrapado en su incapacidad de un debate político e ideológico, subdividiéndose por burbujas políticas tribales, analizando alianzas y poco más, e incapaz de afrontar este nuevo momento político. Si no lo hace pronto, el subibaja comenzará a funcionar en otras direcciones.  Sigue siendo la principal fuerza electoral individual, pero esos son laureles conquistados por otros y muy incomodos para dormir.

Esteban Valenti