Todos los días el mundo descubre nuevos elementos para la preocupación general del planeta. Las consecuencias de las medidas tomadas por los gobiernos para frenar esta maldita pandemia de Covid, están provocando fenómenos, al decir poco, increíbles. Fenómenos altamente negativos que inciden fuertemente sobre la ocupación y sobre todo en los países más débiles y las actividades de pequeños agricultores. Las fronteras cerradas por mucho tiempo, por ejemplo han destrozado la economía de aquellos que tienen 20 o 100 hectáreas plantadas. Las consecuencias son una seria amenaza: la de provocar hambre para 130 millones de personas, según un informe de la ONU publicado en el diario sueco “Dalademokraten” en mayo de 2020. En este artículo podemos leer: “Debemos luchar por un suministro de alimentos sostenible en Suecia y el mundo.”

Nada más gráfico que los caficultores de Colombia y de Brasil. En el mes de abril 2020, la Asociación de Caficultures de Colombia avisaba que el toque de queda les impedía cosechar los granos de café del año. Al ser Colombia el tercer mayor exportador mundial de café del mundo y habiendo decidido su gobierno, en 2020, una larga suspensión de actividades a través de una cuarentena cerrada,  la crisis del coronavirus está provocando una escasez de café que, como consecuencia, hizo subir su precio. Según la asociación de caficultores colombianos, la falta de cosecha fue un desastre económico practicamente irrecuperable, y provocó hambre para centenares de miles de familias de ingresos ya muy bajos.

El año pasado, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, PMA, advirtió que la crisis creada por el Covid19 podría poner a 130 millones de personas en una hambruna aguda a nivel mundial, más los 800 millones ya existentes.

A pesar que la situación, en algunos países del primer mundo cambió y mejoró sustancialmente la actividad económica, hay aún algunos, países como Argentina o Brasil en América Latina, que, por distintas razones, están siendo golpeados por el hambre y la desesperación, sin considerar el posible colapso financiero, como en el caso argentino.

El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) hizo un desesperado llamado para defender a los grandes productores de alimentos. Cuando nos referimos a los grandes productores de alimentos, no estamos hablando de Nestlé, dado que, los pequeños agricultores, producen el 50 por ciento de la ingesta calórica mundial en el 30 por ciento de la tierra cultivable de nuestro planeta. No podemos olvidar que, para los países con grandes producciones de comodities y artículos de primera necesidad, esta pandemia sirvió para mejorar sus finanzas, sin embargo, en algunos casos, como en Colombia, las medidas tomadas por los gobiernos, paralizaron todo, hasta las cosechas!

Por los efectos derivados de la pandemia, los precios de los alimentos básicos, como el maíz, en algunos lugares, se multiplicaron por 10, sin embargo, en Kenia, los molinillos de café se detuvieron, en Guatemala la próxima temporada se ve amenazada por la casi desaparición de fertilizantes importados y en Vietnam, las adquisiciones de materias primas a los agricultores más chicos, en práctica se detuvieron.

Pero no solamente los agricultores sudamericanos están en serias dificultades. También los consumidores suecos están afectados por la crisis. Según el Instituto Nacional de Investigación Económica de Suecia, pronostica que los precios de las frutas y verduras pueden triplicarse en 2021.

STEFANO CASINI