POR MARGARITA BASTÍAS

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, se comprometió durante la reunión de alto nivel de la Convención sobre la Biodiversidad Biológica, que prepara la pre COP a realizarse en Colombia, a concretar el Parque Marino Tic Toc, en la Patagonia chilena.
Tendrá una superficie de más de 1.000 km2. y constituye un área clave para proteger el hábitat de la ballena azul, ballena jorobada, ballena sei y sardina austral.
El anuncio fue recibido con esperanzas por el mundo científico, confirmó el investigador chileno, Rodrigo Hucke, biólogo marino, doctor en ciencias, profesor en la Universidad Austral de Chile, fundador de la organización no gubernamental Centro Ballena Azul.
Contó que hace 17 años, el Golfo del Corcovado, en las aguas de Aysén, "descubrimos que era el área más importante para la alimentación de la ballena azul" y este anuncio permitirá incrementar "la zona de protección del animal más grande del mundo, y no sólo para ella sino también para la jorobada, delfines, y otras especies".
Hucke planteó que estos hermosos animales están amenazados por las actividades humanas industriales, en especial por el tráfico de las grandes embarcaciones que las atrapan cuando chocan o las enredan en las mallas de pesca de arrastre y mueren.
En sus estudios, este académico descubrió que la ballena azul "llega a finales de primavera y comienzos del verano (austral) a la Patagonia norte y luego se mantienen alimentándose entre centros de alimentación, en el golfo de Ancud, golfo de Moraleda, en la isla Guafo, van desplazándose y quedándose en algunos lugares mientras encuentren su alimento".
En mayo o junio, agregó, "empiezan a desplazarse al norte, y gracias a estudios con elementos satelitales (cada vez que sube a superficie manda posicionamiento), vimos que cuando se van de la Patagonia norte, se van hacia las islas Galápagos (Ecuador), llegan allá y se mantienen varios meses, luego retornan. Pasan el invierno en los trópicos".
Detalló que la especie tiene varias poblaciones y cada una sube por distintas zonas. Algunas se quedan en Brasil, pero en el Pacífico se quedan en las islas Galápagos.
Para este científico, "sin acciones concertadas regionales entre Ecuador, Perú y Chile, y en aguas internacionales, no se podrá proteger a las ballenas".
Recalcó que "uno de los primeros pasos era empezar a proteger era la zona donde se alimentan, luego donde se reproducen y luego los corredores migratorios".
Hucke también trazó la importancia de estos mamíferos y dijo que, en los últimos 10 años, se ha podido relevar que "son las agriculturas del mar y una solución para el cambio climático, porque capturan CO2".
"Mientras están vivas, sus fecas además van incorporando nutrientes donde comienza la vida marina, en el fitoplancton.
Las fecas estimulan la proliferación del fitoplancton que a la vez absorbe CO2 de la atmósfera y libera oxígeno. Recordemos que el 50% del oxígeno producido en la Tierra se genera en el mar a través del fitoplancton", indicó el experto.
"Las ballenas van fertilizando y en la medida que haya más ballenas, más carbono capturan. Son máquinas impresionantes que nos están ayudando a combatir el cambio climático", resumió.
Durante sus largas vidas albergan toneladas de carbono en sus inmensos cuerpos (33,5 metros) y cuando mueren, todo ese carbono llega al fondo del mar. "Sus restos, al ser devorados por las especies carroñeras, continúan enriqueciendo la productividad marina y, al cabo de algunos años, sus osamentas empiezan a ser colonizadas por otros organismos y utilizadas por hasta cincuenta años por una comunidad ecológica completa en lo que fuera su cuerpo", describió.
Chile tuvo una importante industria ballenera, que partió en la zona austral en el siglo XIX. Se cazaron muchas de esas especies, y se fueron desplazando hacia el norte. "Se le capturó como si fuera un animal que se reproducía rápidamente, pero no era así, porque se demora mucho en reproducirse. Tienen una gestación de 11 meses y luego un periodo de descanso entre cría y cría", preciso Hucke Para el año 1966, la industria ballenera había reducido las poblaciones de ballenas azules del hemisferio sur a menos del 1% de lo que originalmente eran. Hoy están protegidas totalmente por ser un animal en peligro de extinción.
Hasta hace 30 años se creía que competían con los recursos del mar para los humanos y luego Japón levantó el argumento de la cultura, lo cual, para el biólogo marino, fue una excusa para seguir su caza indiscriminada. "Con las cuotas de pesca científica, pero a 100 dólares el plato de carne de ballena en Tokio, las operaciones balleneras que se llevaron bajo la bandera de la ciencia fue un negocio disfrazado".
Rodrigo Hucke resaltó que en Chile "tenemos que ir avanzando rápido en cómo se van a resguardar estas áreas porque mientras tanto se hacen concesiones a la acuicultura. No hay guardaparques marinos, hay que empezar a implementar estas áreas y hacerlas operar bien".