por Esteban Valenti

 

Todas, absolutamente todas las empresas del mundo tienen una aspiración, un sueño supremo: ser un monopolio lo más amplio y total posible. No depender de la competencia con otras empresas, ni en la calidad, la creatividad, los servicios, los precios para obtener sus ganancias. Esto vale para las empresas públicas pero en especial las privadas.

 

En segundo lugar si además de monopolio, se tiene un mercado cautivo, que le es imposible saltearse a la bendita empresa monopólica, mejora mucho las posibilidades del bendecido empresario, de los accionistas y los directivos. Tienen la vaca atada por la cola.

 

Y por último, el toque final, es que la afortunada empresa no tenga regulaciones, que pueda hacer todo lo que se le ocurra de la manera más amplia y beneficiosa para sus intereses.

 

No es un delirio, autores clásicos de la economía lo sostienen desde hace cientos de años y basan buena parte de su elaboración sobre el famoso mercado, precisamente sobre la competencia, en la NECESIDAD de que haya competencia entre las empresas. Obviamente que en un país como Uruguay que tuvo y tiene sectores enteros de la economía monopolizados por el Estado, es un debate que tiene al menos 80 a 90 años y que ha tenido un re corrido sinuoso y complejo.

 

Lo cierto es que las experiencias de los estados monopólicos como sinónimo de socialismo o de cualquier "ismo" han sido un fracaso estrepitoso. China y VietNam que invocan el socialismo transitado por su propio camino, han abierto su economía a la competencia, a las inversiones extranjeras y han producido en 30 años la mayor revolución social de la historia, es decir el mayor desplazamiento tanto en números absolutos de personas como en porcentaje de pobres hacia clase media y de creación de ricos y super ricos. Ni en los momentos más rutilantes de los Estados Unidos, en pleno sueño americano se lograron estos guarismos. Y no se detienen. Estamos hablando de cifras, crudas, frías, duras.

 

Obviamente las dimensiones y la importancia del crecimiento y del desarrollo - que no es lo mismo - no tienen su causa solo en la competencia, pero esta tuvo un papel muy importante, insustituible.

 

En Uruguay, los monopolios estatales fueron claves en el modelo del estado del bienestar del siglo XX, hasta su caducidad y retroceso. El batllismo sustituyó las grandes empresas de servicios de propiedad extranjera por monopolios estatales, en la generación y transmisión de la energía eléctrica, las telecomunicaciones, el agua corriente, los transportes ferroviario, tranviario y de buses, los seguros, los puertos y la importación y refinación de petróleo y producción de cemento. Tuvieron sin duda un papel fundamental en ese modelo, pero no lo eran todo.

 

La co participación de empresas privadas compitiendo con empresas públicas en las telecomunicaciones, en los seguros, en la actividad bancaria en general, en la generación de energía eléctrica, en la producción de cemento, mejoraron las prestaciones de los diversos servicios, aseguraron un ritmo de inversiones adecuadas y son hoy parte fundamental del panorama económico y productivo nacional.

 

El puerto es un caso emblemático, a partir de la ley del año 1992 y su reglamentación, a la que nos opusimos con todo vigor el Frente Amplio, pasó todo un gobierno, el segundo de Sanguinetti para que en el año 2001 (gobierno de Jorge Batlle) se convocara a una subasta para la construcción y operación durante 30 años de un terminal de contenedores. El 80% de las acciones de la Terminal Cuenca del Plata fueron compradas por la empresa belga Katoen Natie. Las obras recién comenzaron 4 años después.

 

Los belgas en la subasta pagaron 17.100.000 de dólares y se comprometieron a invertir al menos 37 millones, que fueron ampliamente superados. Los resultados obtenidos por TCP, por lo tanto por KatoenNatie, fueron excelentes, un promedio anual de ganancias antes de amortizaciones e impuestos superior a los 20 millones de dólares y al año 17 de operaciones, un intento de venta por 300 millones, que luego fue levantado, porque consideraron y reclamaron al anterior gobierno, al 2do de Tabaré Vázquez, que le extendieran el plazo para hacer más beneficiosa y fácil la venta. Estuvieron en conversaciones con el MTOP durante varios meses, siempre con amenazas porque esa es la práctica normal de Katoen Natie aquí y en otros países. Y naturalmente con el sueño siempre vivo de ser monopolio en el manejo de los contenedores en el único puerto de aguas profundas del país y con la mayor cantidad de beneficios posibles.

 

Pero se conformaban con otros 30 años de concesión y lo que se estaba discutiendo eran las nuevas inversiones que debían hacer.

 

Y llegó el gobierno blanco, porque en este caso en toda la operación intervinieron solo los blancos encabezados por el Presidente Luis Lacalle Pou, los otros integrantes de la coalición la miraron desde una lejana tribuna, sin intervenir en nada.

 

Y el sueño de KatoenNatie se hizo más que realidad, superó todas las expectativas, no fue una negociación, fue una entrega en toda la línea. Para justificarla revolotearon la amenaza de un posible juicio contra el estado uruguayo por 1.500 millones de dólares y ni siquiera se gastaron los dólares necesarios en abogados. Simplemente amenzaron. Si dudosas son las bases del juicio, considerando los antecedentes del pronunciamiento del Tribunal de lo Contencioso y Administrativo negando su derecho al monopolio y a que solo ellos solos podían operar con contenedores en el puerto de Montevideo, lo que era francamente ridículo era la cifra. No se la creen ni ellos (gobierno y Katoen Natie), al punto que hace tiempo que ya no utilizan ese argumento. El ridículo es peligroso.

 

El monopolio superó todo lo que los belgas alguna vez soñaron:

 

-​ ​ ​ ​ ​ ​ ​ ​ ​ Son los únicos que pueden operar con contenedores en el puerto de Montevideo. Liquidando cualquier otra empresa que les pueda hacer competencia.

 

El argumento que la competencia será con otros puertos es tramposa y ridícula,​ porque los importadores y exportadores uruguayos, que están obligados a utilizar este puerto y solo este puerto, tendrán que caer obligados en las redes de precios múltiples de TCP.​ Es decir además de monopolio, exclusividad o como quieran llamarla los amables colorados, los usuarios uruguayos están en las manos de los belgas y el ente regulador que se pretende crear por ley, será un saludo a la bandera y algunos cargos públicos más para llenar, repartir y pagar.

 

-​ ​ ​ ​ ​ ​ ​ ​ ​ De regalo complementario, le entregaron el Reglamento de Atraque, que regula todo el movimiento portuario. Para asegurarse que ellos tengan la prioridad absoluta. Vergonzoso.

 

-​ ​ ​ ​ ​ ​ ​ ​ ​ Dentro del 20% de las acciones de propiedad de la ANP, tenía una llamada "acción de oro" (La acción dorada, o acción de oro, da a su poseedor el derecho de veto sobre cualquier acción ordinaria, anulando así sus derechos políticos. Suelen encontrarse en las empresas que han sido privatizadas, ya que el Estado quiere mantener el control aunque no tenga la mayoría de acciones) Nunca antes estuvo en discusión está acción, fue el moño que le entregó el actual gobierno a los belgas.

 

​ ​ ​ No está previsto de ninguna manera que en caso de vender el control (80% de las acciones) los belgas deban recibir la aprobación del gobierno uruguayo, en alguna de sus instancias. ANP etc.

 

Ahora Cabildo Abierto pidió negociar, reitero negociar, es decir que los belgas deben aceptar los términos, una adenda, un agregado que asegure ese derecho al Estado uruguayo. Veremos la redacción que aceptan los belgas.

 

Esta situación es mucho más grave que el monopolio aumentado y adornado con todos los atributos que le entregaron a Katoen Natie. Solo para vuestra imaginación,​ ¿qué sucedería si dentro de unos años, cuando Lacalle ya no sea presidente, es decir en 5 años o más KatoenNatie decide vender la terminal, por los 55 años que quedan y los principales interesados son empresas privadas o privadas y estatales argentinas o brasileras?

 

Tiemblen uruguayos, tiemblen.