La duplicidad de Dante como poeta civil y teólogo, fue tema central de la jornada que concluyó un año de celebraciones por el 700 aniversario de la muerte del poeta, con un momento altísimo representado por la "lectio magistralis" del cardenal Gianfranco Ravasi.

El presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, ilustre estudioso, partió de los dos frescos de las Salas Rafael en su inauguración en la sala Dantesca de la biblioteca Classense, un lugar que desde hace cien años acoge la excelencia de los estudios dedicados a Dante, después de haber celebrado la misa de la mañana, nuevamente por Dante, en la basílica de San Francisco.

Su relato, titulado "Come l'uom s'etterna", primero comparó los dos rostros del poeta, retratados en ambos frescos por Rafael en la sala que fue el estudio de Julio II, la dedicada a la disputa del Santísimo Sacramento (1509) y el otro dedicado al Parnaso.

"Los Papas en la historia - explicó Ravasi - siempre han considerado a Dante como un gran hombre de Iglesia más que de cultura". En particular, el cardenal citó los estudios de Pablo VI pero también los del Papa Francisco y su Carta apostólica "Candor lucis aeternae", que" quiso esbozar la teología de Dante entrelazada con la poesía'', en la que se habla de Dante como "cantor del deseo humano y el deseo entendido como una tensión continua para mirar más alto''.

El núcleo central del análisis de Ravasi es un canto menos conocido del Paraíso, el XXIV, en el que el poeta se somete a un verdadero examen de fe por parte de San Pedro respondiendo a sus preguntas teológicas.

"Aquí Dante demuestra un conocimiento extraordinario de la Biblia - explicó Ravasi - que ciertamente no se limita al número de citas que muchos estudiosos han querido contar en la Divina Comedia". E incluso, dijo, las primeras líneas ''son una cita de Ezequiel, que dice 'en la mitad de mi vida que estoy en camino a los infiernos'".

A continuación, el poeta responde a San Pedro, que le plantea cinco preguntas, sobre la esencia de la fe, sobre su esencia, sobre el fundamento que es la Biblia, sobre la veracidad de su opinión ligada a los milagros y sobre el hecho de que se ha convertido en fe universal aunque sea divulgada por un puñado de hombres.

Pero la grandeza de Dante y su fundamento religioso, señaló Ravasi, está precisamente en saber llevar a la humanidad hasta el Paraíso', "mientras algunas religiones exaltan tanto lo divino en detrimento de lo humano hasta el punto de negarlo o al contrario, algunos, igualmente excesivos, lo diluyen hasta que el hombre se queda solo y borran, como ocurre en la India por ejemplo, hasta el mal''.

Para concluir, citó al lingüista italiano Niccoló Tommaseo (1802-1874): "Leer a Dante es un deber; releerlo una necesidad, saborearlo un gran signo de genio; comprender con la mente la inmensidad de esa alma es un infalible presagio de extraordinaria grandeza".