POR MARGARITA BASTÍAS
Pese a los 30 años de crecimiento económico, la clase media no consiguió tener una capacidad de ahorro que garantizara su bienestar en épocas de crisis y sufrió un duro impacto a raíz de los efectos del coronavirus.
Es más, ante el escenario complejo bajo pandemia quedó al descubierto que sus integrantes son muy frágiles para sobrellevar situaciones de shock.
Así lo mostró el informe "Clases medias en tiempos de crisis. Vulnerabilidad persistente, desafíos para la cohesión y un nuevo pacto social en Chile", elaborado por el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) en cooperación con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El documento reúne diferentes análisis en torno a las clases medias en Chile, desde una visión histórica hasta su situación tras la crisis por el estallido social de octubre de 2019 y la crisis por Covid-19 desde marzo de 2020.
Emmanuelle Barozet, investigadora principal del COES y coordinadora del estudio, sostuvo que la clase media "son sectores gravitantes en la agenda y discurso político" pero "son grupos heterogéneos con trayectorias muy distintas, cuyos ingresos provienen netamente del trabajo, en sectores formales e informales".
Acotó que en el ámbito educacional "puede haber diferentes niveles (primaria, secundaria y universitaria)" y confían "en la posibilidad de mejorar su situación a través de la educación o las de sus hijos. Por lo mismo, hay alto endeudamiento por educación".
Este mismo endeudamiento, precisó, ocurre en términos de salud, lo cual "es muy preocupante al momento de entender cómo iban a enfrentar la crisis con ahorros que no habían".
Barozet estableció que hay un triple desafío en contexto de crisis para estos sectores: "No volver a caer en la pobreza, disminuir la desigualdad, y a largo plazo salir de las trampas de los ingresos medios".
La académica de la Universidad de Chile sostuvo que "estamos enfrentando una gran crisis que nos hace replantearnos la noción de cohesión social", alertando que "estamos ante la posibilidad de tener sociedades pauperizadas sin el regreso de un mercado laboral contundente".
El informe afirmó que los gobiernos en estas tres décadas no invirtieron en beneficios estatales suficientes para mejorar la situación de gran parte de la población ni tampoco se hicieron grandes cambios respecto a una reforma para crecer en capital humano.
Aunque se tenía un telón de fondo de bonanza económica, los gobiernos apuntaron a crear políticas de focalización en vez de hacer transformaciones de carácter universal. Mientras desde 2010 aumentó la segmentación en educación y en el mercado laboral, factores que no se han podido revertir con inversión pública ni de las familias chilenas.
Paula Escobar, periodista y académica de la Universidad Diego Portales, comentó durante el lanzamiento del informe que "las clases medias son una identidad muy valorada. Hay algo muy chileno en la idea de pertenecer a este grupo. Sin embargo, hoy en día está en la posibilidad de caer en la pauperidad después de las crisis, lo cual no vieron los políticos".
"Se acabó la ilusión de las clases medias de que podían salir de la incertidumbre gracias a la educación", aseveró.
Apuntó que tras el estallido social "se agregó el factor de la rabia, tomando en cuenta que no son suficientemente ricos para sobrellevar las crisis ni tan pobres para acceder a algunos beneficios del estado. En realidad, el discurso de la meritocracia, que implicaba que mediante estudios la clase media podía surgir, está truncado", sostuvo la periodista.
En su opinión, "este estudio es un llamado a las élites chilenas, políticas y económicas, para que reviertan la desconexión respecto a las otras clases, ya que aseguran sus rentas en un modelo capitalista e individualista. No puede haber futuro sustentable si las elites no se dan cuenta de que no es viable un país donde ellos viven con estándares de países desarrollados y no ven cómo vive el resto".
Rodrigo Martínez, oficial superior de Asuntos Sociales de la División de Desarrollo Social de CEPAL, indicó que "el proceso constituyente le da una oportunidad única a Chile para generar un cambio desde la competencia hasta la cohesión y colaboración, con nuevos pactos sociales".
"El estallido social dio cuenta de que en Chile se estaba mal y se necesitaba un cambio", argumentó Martínez.
El especialista planteó que la clase media es un grupo difícil de definir: "hay una relación de cómo se ven las personas y dónde se ubican en términos de clases. Los factores de estas percepciones dependen de la educación, de los apellidos, el patrón de consumo, el territorio y la migración.
Cuando hablamos de cómo nos distribuimos en los estratos hay ámbitos de variables que valen la pena considerar".
Dante Contreras, investigador principal y subdirector de COES, sostuvo que el proceso constituyente es un espacio esencial para construir un nuevo pacto social en Chile.
"¿Cómo conformamos una sustentabilidad social? La oportunidad está en el proceso constituyente, donde se puede salir jugando. Está el desafío de que la elite se sume al esfuerzo por un pacto social, donde nos veamos todos a la cara en un espacio de crecimiento", aseguró el académico de la Universidad de Chile.