POR ESTEBAN VALENTI

 

La democracia, su fortaleza, su profundidad en el calado en la sociedad, se basa en buena medida en la fortaleza de los partidos políticos, su historia, sus niveles de participación organizada en la vida nacional. No hay democracias estables y de calidad con partidos que se los lleva el viento y que aparecen y desaparecen como hongos.

 

Tampoco hay buenas democracias con partidos eternos e inconmovibles, incapaces de renovarse y de avanzar con los tiempos y las necesidades, de modernizarse en forma constante.

La democracia uruguaya es un bien, que va mucho más allá de sus instituciones, su Constitución, sus leyes y sus diversas autoridades e incluso que su momento más importante: las elecciones. Es ese conjunto de elementos y es la conciencia ciudadana en el valor de la propia democracia, como lo demuestran todas las encuestas internacionales comparativas y la opinión de diversos expertos: Uruguay ocupa un sitial muy importante, de los mejores. Y de eso debemos estar orgullosos y ser extremadamente cuidadosos.

Las elecciones internas del Frente Amplio, que ya hace 18 meses que no está más en el gobierno nacional, que concitó la participación absolutamente voluntaria de más de 130 mil personas (faltan los votos del exterior), que excepto en 3 departamentos, creció en relación a las elecciones del 2016 en todos lados, y en los departamentos donde es gobierno son en este orden los que más ha crecido, en Canelones (72%), en Salto (71%) en Montevideo (48%) y creció en todas las coordinadoras de Montevideo.

Un detalle, el saludo del presidente del Honorable Directorio del Partido Nacional  Pablo Iturralde al Frente Amplio por sus elecciones. Es un gesto, pero piensen por un instante en las inmediaciones políticas...y en esa posibilidad.

No hay dudas que para recoger más de 130.000 votos hay que trabajar, convencer, organizar, hacer propaganda y tener paciencia, esperar más de diez días para conocer los resultados. También esa confianza es bien uruguaya...

El resultado es un cambio de tendencia, desde el 2006 las primeras elecciones a padrón abierto e inscripción simultanea, las cifras fueron cayendo de manera constante, sobre todo del 2012 al 2016, donde además de alcanzar solo 94 mil votos, el 21.25% de los que fueron a votar lo hicieron en blanco o anulados. No quedaba duda que los frenteamplistas de esos tiempos, nos habíamos replegado o incluso fuimos a protestar con nuestro voto.

La situación política, anímica interna del Frente Amplio ha cambiado con estas elecciones y ese era su primer desafío. ¿Cuánto?

Si la única referencia es pensando en las elecciones del 2024, todo es relativo y pobre, si se piensa como lo declaró Fernando Pereira - el favorito a ocupar la Presidencia del FA - es para recomponer un proyecto histórico, su empuje programático, su entusiasmo ciudadano, su capacidad de nuevas ideas y de incorporar la mirada interna de renovación permanente como un elemento constante, es un avance importante.

Faltan datos para hacer un balance completo. Quien salió elegido presidente y porque porcentaje de votos; cuantos votaron a los grupos y partidos para el Plenario Nacional y cuantos por los delegados de las bases; las presidencias de las departamentales y cuantos votaron en blanco y anulados. Todo esto para poder comparar a fondo.

No hay duda, lo afirman Tirios y Troyanos que las elecciones fortalecieron la capacidad del FA en la batalla para derogar 135 artículos de la LUC en el referéndum de marzo del 2022, y que las 800 mil firmas recogidas (que es una proporción insólita a nivel mundial) del total del padrón electoral, también le dio impulso al único partido que apoya esta iniciativa.

Pero está lejos el horizonte, siempre está lejos, pero a veces nos aproximamos a esa línea compleja y delgada de los grandes proyectos históricos, para lo cual es fundamental, tenerlos, y desempolvarlos de los vicios del poder y del acomodo.

Hay otras señales que no se si tendremos los datos para interpretar la votación: ¿Cuántos fueron los votantes ya inscriptos en el padrón de afiliados al FA y cuantos lo hicieron por primera vez? Es una radiografía no solo generacional sino política muy importante.

¿Cómo se votó en los diferentes barrios y zonas a nivel de la capital y del interior? Para evaluar el impacto de los diversos sectores sociales.

Conversando con diversas personas que el domingo participaron directamente en las mesas, en 9 departamentos, que me brindaron diversos relatos, se puede decir que la gente en las mesas receptoras terminó contenta, satisfecha, con ganas de más y que el clima entre los votantes no era el del 2016, excepto en unos pocos departamentos (tres) donde cayó la votación.

Otro aspecto a considerar es la campaña publicitaria convocando a votar, en general fue buena, incluyo  la del FA central, pero todas con una carencia, muy histórica, muy para la pecera y aunque la votación era dentro de la pecera, la imagen que había que reforzar era la del futuro, la de la capacidad de interpretar la modernidad, los cambios y volver a ser protagonistas de esos cambios, no por protestas y descontentos solamente, sino por ideas, por impulsos renovados y renovadores. La comunicación, la propaganda sirve para exponer el alma de los mensajes políticos, el "discurso". Y hay mucho para trabajar y, en la izquierda eso nunca fue responsabilidad de agencias de publicidad, sino de la misma política incluso en los mensajes más directamente publicitarios.

El otro aspecto a considerar es el territorio de la batalla ideológica, cultural, anímica, política que obviamente depende de los militantes, pero no solo de los tradicionales, sino de los nuevos campos de la lucha política, las redes son insustituibles y requieren especialización y pasión, no son solo un mecanismo técnico, se necesita ingenio, un lenguaje adecuado para cada red y dejarse de insultarlas y asumirlas como una realidad inexorable. Vivimos en el 2021 y el referéndum y las elecciones serán dentro de meses y años y todo seguirá cambiando en la misma dirección.

Así como no nos sirvió de mucho vivir lamentándonos de la ventaja que tenían las fuerzas tradicionales y conservadoras en los grandes medios de comunicación, ganamos las elecciones nacionales con un desbalance notorio a nivel de diarios, televisoras, emisoras radiales, pues en la redes no podemos desconocer que se puede combatir con sensibilidad y pasión, de manera más igualitaria, aunque nuestros adversarios puedan contratar buenos expertos.

Las elecciones internas, de una u otra manera demuestran la solidez de nuestra democracia, como las elecciones del BPS, las Universitarias y en la enseñanza. En nuestro escudo nacional a partir de 1980, debería incorporarse una solitaria pero querida urna electoral.