por Esteban Valenti

Hace tiempo que este proceso de comunicar y gobernar y más en general de hacer política, tiene fronteras muy difusas, confusas, hoy en día comunicar y gobernar, o a la inversa gobernar y comunicar se confunden y son inseparables. Se puede gobernar bien y diluirse en una mala comunicación y también a la inversa.

 

En los años de gobiernos post dictadura eso ha ido cambiando, se acentuaron la complementación de ambas responsabilidades, y ahora en este gobierno multicolor al frente de todo está la comunicación del Presidente de la República, del conjunto del gobierno, de los  y líderes de los diversos partidos, pero sobre todo del Partido Nacional y de Cabildo Abierto (con una agenda bastante propia pero que se suma a la oficial) y de los legisladores y otros referentes oficialistas.

La semana pasada me llamaron del diario El País para entrevistarme sobre mi opinión sobre la comunicación del presidente y por lo tanto del gobierno. Y me parece una idea interesante porque la agenda nacional está repleta de iniciativas y acciones de comunicación, con características diversas que los gobiernos anteriores, tanto del FA como de anteriores gobiernos colorados y blancos.

Ampliemos y aclaremos. Yo tengo bastante experiencia en Uruguay y en otros países de campañas electorales y, nula de propaganda y comunicación sistemática de un gobierno. Lo único que hicimos fue al principio de la Intendencia de Montevideo en el año 1990 - que duró muy poco - aunque algunos conceptos formulados por el equipo que trabajaba en conjunto en publicidad duraron bastante tiempo y tuvieron un fuerte peso en el cambio de identidad de la entonces I.M.M.

A nivel de la mayoría de las intendencias y los gobiernos nacionales, a mí no me interesaba y a Perfil, con muy contadas excepciones le echaron flit a voluntad, incluso algunos ignorantes absolutos del oficio, cargos de confianza del poder, pero sin ninguna confianza del oficio o de la capacidad política fundamental para que el oficio de la comunicación sea una potente y una válida herramienta, intervinieron en esa discriminación. Pero esa es otra historia.

Si puedo decir que le dediqué casi 30 años a defender intendencias y gobiernos del FA a través de los medios, columnas, entrevistas, polémicas etc etc. Y cuando consideré política y moralmente necesario, critiqué duramente lo que consideraba que estaba mal, iba peor o estaba casi paralizado durmiendo en unos laureles que ya habían desaparecido. Me parece una aclaración necesaria.

La otra, que confirma mi opinión del trenzado entre política y comunicación, es aclarar de qué estamos hablando. Las confusiones oscurecen y hacen que todos los gatos sean grises.

Comunicar es lo clásico, todos los medios utilizados para informar y opinar ante la población a través de conferencias de prensa, declaraciones a la salida de todos lados, entrevistas bien programadas (o mal...), hechos que tienen sobre todo el objetivo de ser comunicados mucho más allá de su verdadera importancia, gestos, formas de comunicarse espontáneamente y las benditas redes y sus mensajes.

Lo fundamental siguen siendo los contenidos, bien elegidos, oportunos, con gestos adecuados, con tonos creíbles, desde abajo del poder y los sillones (que la gente generalmente odia, sobre todo los uruguayos post dictadura) y no se trata de un conjunto de expresiones espontáneas, sino de una estrategia que se aplica todos los días, incluso bajo la ducha.

El actual gobierno, el presidente Lacalle ha desplegado en los 20 meses de gobierno, con pandemia en el medio, una muy buena estrategia de comunicación, no pierde una oportunidad, asume iniciativas, recorre el país y lugares sensibles e inaugura todo y de todo tamaño. Sus dos principales asistentes son su esposa Lorena Ponce de León, en Facebook, Álvaro Delgado y Daniel Salinas. Después viene un amplio coro, donde hay gente que comunica, otra que embiste a cualquier altura, cuando más duro y más feroz mejor. Hay para todos los gustos.

Los objetivos de semejante artillería combinada es en primer lugar mostrar todo lo que hace bien el gobierno y sus resultados, responder - relativamente - ciertas críticas, instalar con fuerza la imagen de un gobierno hiperactivo y sensible y simultáneamente, de la mano, instalar la imagen que les quedó un país casi a la miseria, con problemas por todos lados.

Todos saben que yo he sido crítico y duro con los errores y sobre todo con la "plancha" del tercer gobierno del FA, pero el relato oficialista actual es una parodia falsa, sin información, con deformaciones e incluso mentiras a la que se recurre cada vez que lo consideran necesario. Los ejemplos más evidentes son el negociado de la entrega del puerto de Montevideo a los belgas de Katoen Natie, montado sobre un enorme cantidad de deformaciones y mentiras constitucionales, legales y operativas. Ya se ven los resultados...

La otra es el Ministerio de Turismo, de un personaje como Germán Cardozo (no le vayan a preguntar si tiene algún título...) que por sus antecedentes, por ser ampliamente conocido por su trayectoria en Maldonado nunca podría haber llegado a Ministro de nada, que para enfrentar una serie documentada y enorme de acusaciones de manejos turbios y algo más de los dineros públicos que partieron de un  alto funcionario colorado, se abrazó desesperadamente a los ataques a la gestión anterior de los gobiernos del FA. Y sus colegas parlamentarios multicolores se lo permitieron y lo protegieron.

¿Si tenía sospechas de que en la anterior administración se habían cometido las mismas porquerías que las que Cardozo y sus compinches cometieron de manera flagrante, por qué en 16 meses no las denunció a la justicia como era su obligación como funcionario público? Muy simple, porque fue simplemente una maniobra futbolera de cuarta, indigna de la política y el parlamento nacional. Hay otros ejemplos menores.

Resumen, a pesar de ciertos resbalones, la comunicación oficial es parte fundamental de sus resultados en cuanto a apoyo de la opinión pública hasta ahora y es totalmente desproporcionada a los verdaderos resultados del gobierno, en la economía, en el nivel de vida y de tranquilidad de la gente, incluso de la inseguridad que a partir de la muerte de Jorge Larrañaga comenzó a hacer agua por todos lados.

Otro aspecto es el escaso, casi nulo nivel cultural, intelectual de esa comunicación y eso que parece a primera vista un lujo innecesario, es lo que hace que la política asuma sus verdaderas dimensiones en la vida de un país, lo ayude a crecer, a progresar y desarrollarse. Y de eso se ve muy poco, por no decir casi nada.  Es planear a baja altura.

Por otro lado la desproporción y entre los hechos y los dichos, también es posible por serias carencias de la oposición. La comunicación de un gobierno, con la gran ventaja de manejar una parte fundamental de la agenda, sobre todo con la pandemia, de tener una mirada generosa y amorosa de parte de la gran prensa, depende también y en forma muy importante de lo que hagan sus adversarios, en este caso el Frente Amplio. Durante meses, estuvo mudo, balbuceante y desorientado. Y el gobierno lo aprovechó muy bien.

Las cosas comenzaron a cambiar, las 800 mil firmas y la campaña de recolección, la seguridad de que habrá referéndum, la situación económica y social como una referencia necesaria, obligatoria, las elecciones internas del FA y sobre todo su principal vocero-candidato, Fernando Pereira que tiene gran experiencia y capacidad en manejar la comunicación, por sus años al frente del PIT CNT, y cierto ánimo que comienzan a sumir otros voceros, intendentes, parlamentarios y otros debatidores comenzaron a diseñar una estratégica más adecuada y que no muestre la obsesión por las elecciones del 2024, sino la referencia a los nuevos, reitero, nuevos objetivos históricos y estratégicos del Frente Amplio, de una izquierda que lentamente vuelve a asumir su sentido crítico del pasado, pero sobre todo del presente y del futuro.

Lo que siempre hay que tener en cuenta que la batalla de la comunicación, nunca se puede dar por saldada, es la parte más picante y permanente de la lucha política.