La fiscal general Letitia James emitió una citación para el expresidente estadounidense Donald Trump y sus dos hijos mayores, Ivanka y Donald Jr., en el marco de la investigación por presunto fraude fiscal de la Organización Trump por inflar o desinflar activos por conveniencia, una de las (pocas) minas sueltas en el regreso del magnate a la Casa Blanca.
Un retorno con el que Estados Unidos corre el riesgo de ver colapsar la democracia en 2024, cuando votará por la presidencia, y de convertir en una dictadura de derecha para 2030, si no es antes, advirtió el politólogo Thomas Homer-Dixon.
En vísperas del primer aniversario del asalto al Congreso, el director del Instituto Cascade de la Universidad Royal Roads en Columbia Británica advirtió de los peligros de una deriva autoritaria con la eventual venganza de Trump, quien hoy dio su respaldo a la reelección del primer ministro populista húngaro de extrema derecha, Viktor Orban, "un líder fuerte y respetado por todos".
"No debemos descartar estas posibilidades solo porque nos parezcan ridículas o demasiado horribles de imaginar", escribió en un editorial del popular diario 'Globe and Mail', recordando que "hoy vivimos en un mundo donde lo absurdo regularmente se hace realidad y terrible normalidad".
"Para 2025 -profetiza- la democracia estadounidense podría colapsar, provocando una extrema inestabilidad política interna, incluida la propagación de la violencia civil. Para 2030, si no es antes, el país podría estar gobernado por una dictadura de derecha".
El experto cita escenarios centrados en el regreso de Trump a la Casa Blanca en 2024, con parlamentos estatales liderados por republicanos que se niegan a aceptar una victoria demócrata.
El magnate "sólo tendrá dos objetivos, revancha y venganza" tras la mentira de que su derrota en 2020 ante Joe Biden fue resultado de un fraude electoral, explicó, instando a su país a prepararse para la "terrible tormenta que viene del sur".
Trump y "una serie de acólitos y emuladores como el presentador de Fox Tucker Carlson y la congresista Marjorie Taylor Greene", instó, transformaron al partido republicano en un "culto a la personalidad cuasi-fascista que es la herramienta perfecta para demoler la democracia".
Y si el magnate vuelve al poder podrá eliminar cualquier resistencia en los aparatos burocrático-administrativos que garanticen "el funcionamiento de las instituciones y el cumplimiento de la ley". Pero el suyo, concluyó el profesor, sólo podría ser un "ejercicio de calentamiento", que allana el camino para un "sucesor más competente desde el punto de vista administrativo que ponga orden en el caos que ha creado".
Las probabilidades de un regreso de Trump están confirmadas por su firme control en el partido y por las encuestas, que lo ven lejos de todos los posibles candidatos republicanos para la Casa Blanca (54% en la encuesta de Reuters-Ipsos, según el gobernador de Florida, Ron DeSantis, pero con 11%).
Las elecciones de medio término de noviembre serán una prueba clave en este sentido, incluso si hay otra mecha encendida en su camino: la investigación de la Cámara sobre el ataque al Capitolio, que podría llevar a desarrollos penales.
Un asalto que los demócratas -en la indiferencia republicana- conmemorarán el 6 de enero de manera solemne, con un momento de silencio en la Cámara y una vigilia de oración en las escalinatas del Capitolio, mientras Biden pronunciará un discurso en apoyo a esa democracia que ahora parece tener riesgo propio en Estados Unidos, después de haber reunido a las democracias del mundo.
Pero para tratar de frenar el riesgo de una involución autoritaria, el presidente tendrá que sacar su agenda del impasse -bloqueada por miembros de su propio partido- e impulsar la aprobación de leyes que protejan el voto contra las crecientes restricciones en los Estados republicanos contra las minorías, generalmente a favor de los demócratas.
Para hacerlo es necesario superar la regla obstruccionista en el Senado, que es el obstruccionismo, bajando el quórum de 60 a 50 votos.
Biden ya dijo que está a favor de una excepción si es necesario, y el líder del Senado, Chuck Schumer, anunció la votación antes del 17 de enero.
Los aliados y adversarios de todo el mundo están junto a la ventana, los primeros -como admitió el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan- "preocupados por el futuro de la democracia estadounidense", los otros "frotándose las manos y pensando en cómo beneficiarse de una forma u otra".