por Esteban Valenti

"En una democracia de verdad, el pueblo no debe conformarse con elegir a sus gobernantes, deben gobernar a sus elegidos." José Batlle y Ordóñez

Uno de los argumentos casi obsesivos de los partidarios del NO, inclusive ampliamente utilizado en la conferencia de prensa de lanzamiento en el Palacio Legislativo, es que el objetivo del referéndum para derogar 135 artículos de la LUC es impedirles gobernar. Nada más alejado de la realidad y de la historia nacional.

Será por ello que los partidarios del NO, solo hablan de un hipotético futuro y nunca del presente y de la historia. Es que el futuro es muy generoso, admite de todo.

La mejor definición sobre el papel del referéndum, aunque hay algunas más amplias, es la frase de José Batlle y Ordóñez y no es circunstancial, refiere al carácter fundamental de la democracia en el Uruguay, al papel de los ciudadanos, de los electores como soporte fundamental e incluso valoriza a los representantes populares, ciudadanos y al propio gobierno.

No hay mejor democracia que la que, además de elegir al gobierno, a sus parlamentarios, a sus gobernantes departamentales y locales y a sus ediles y concejales, los ciudadanos ejercen, utilizan mecanismo para emitir sus opiniones para gobernar. Y eso sucede en el país del mundo donde se requiere el mayor porcentaje de voluntades (firmas e impresión digital) del 25% para poder convocar un referéndum. En plena pandemia se logró y se superó ampliamente el porcentaje con casi 800 mil firmas.

En la historia nacional ese concepto arranca desde el nacimiento político de la Banda Oriental y es un diferencial en relación a casi todos los procesos independentistas. Cuando José Artigas en su Oración de abril afirma «Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana», sienta los cimientos profundamente democráticos y avanzados para su época y vigentes en nuestros días sobre el poder de los ciudadanos.

La caída de la dictadura, el freno a sus planes políticos refundacionales del Uruguay comenzó con el plebiscito constitucional de 1980, con los ciudadanos legislando y gobernando. Y el SÍ, es decir, el apoyo al proyecto de la dictadura, le dieron el color celeste. Casualmente. Perdieron estrepitosamente, pero siguieron gobernando y maniobrando durante cuatro años.

No puede haber paralelismo con la situación actual, porque este es un gobierno totalmente democrático, elegido de forma libre por el pueblo uruguayo.

Es falso y demuestra la pobreza de argumentos para defender el paquete íntegro de la LUC, incluyendo los 135 nefastos artículos, cuando hablan de impedirles gobernar. El gobierno dispone de 341 artículos de la LUC aprobados y de esos 247 artículos votados por unanimidad. Ningún gobierno en la historia nacional dispuso de una batería de leyes de esa dimensión desde el inicio de su mandato y sería pésimo que de aquí en adelante los gobiernos por disponer de una mayoría parlamentaria, siempre circunstancial, iniciaran una escalada con leyes de urgencia enciclopédicas, que incluyan hasta el derecho de fabricar chorizos. Como sucede en esta LUC. Más que nunca deberíamos valorar la importancia del referéndum, para que la LUC adquiera el valor y las dimensiones adecuadas y no un torrente desbordado de leyes impuestas de apuro, sin un debate adecuado y afectando toda la legislación nacional. Que en todos los casos, en el Uruguay es una acumulación de muchas décadas y de muchos periodos de gobierno de diferente color.

Es falso de toda falsedad que un gobierno que dispone de mayoría parlamentaria, que aprobó su presupuesto y rendiciones de cuenta no puede gobernar porque le anulan 135 artículos de una ley de urgencia. Es solo un pretexto.

De aquí surge la importancia, el valor de las casi 800 mil firmas, logradas con una fuerte impronta uruguaya, en el último envión. No hay una explicación "racional" pero casi siempre sucede de esa manera, si se le sacan los últimos instantes a las cosas, en Uruguay es difícil lograr resultados positivos. El último envión fue fundamental. Nuevamente.

Otro rasgo distintivo es que el éxito no corresponde solo a los que firmaron, porque ese mismo último envión demuestra que explota un sentimiento ciudadano, los uruguayos en su conjunto de mil maneras diferentes, incluso reduciendo las resistencias o haciendo circular las ideas, las opiniones y el sentir democrático de la gran mayoría de los orientales.

Habrá mil encuestas de opinión pública, evaluación de especialistas y nada podrá cambiar que una vez convocado un referéndum, esta instancia democrática es un triunfo de TODOS LOS URUGUAYOS, porque es el ejercicio de una de las funciones básicas y de calidad de la democracia y de nuestra propia historia. Y nos enaltece.

También importa el nivel del debate, que puede ser ríspido y duro, pero siempre tiene o debería tener el tono de la política uruguaya, sobre todo la que fuimos construyendo a partir de la reconquista de la democracia en 1985.

Entregadas las casi 800 mil firmas, no hay diferencias, somos todos electores, somos todos gobernantes, por un día somos todos gobernantes y eso es un mérito de TODOS LOS URUGUAYOS.

Ese día utilizaremos las más poderosas armas de nuestra sociedad, la que nos viene del fondo de nuestra historia, las urnas.