epa09741760 The Vince Lombardi Trophy NFL, flanked by a Los Angeles Rams and Cincinnati Bengals helmet, sits on a table before Commissioner Roger Goodell delivers a news conference outside of SoFi Stadium in Los Angeles, California, USA, 09 February 2022. The Cincinnati Bengals are scheduled to play the Los Angeles Rams in Super Bowl LVI on 13 Februrary 2022. EPA/CAROLINE BREHMAN

Los Angeles Rams y los Cincinnati Bengals animarán hoy una nueva edición del Super Bowl, que se anticipa como la más cara de la historia y en la que la NFL parece querer aprovechar la popularidad del evento deportivo más importante a nivel nacional para lavar su imagen.
Así se desprende de la elección de un espectáculo en el entretiempo en el estadio SoFo de Los Angeles a cargo de los principales referentes del hip-hop, un género musical ampliamente difundido entre los afro-estadounidenses, justo en momentos en que la Liga de football americano es objeto de denuncias de racismo por la escasa presencia de entrenadores negros.
Eminem y Dr. Dre, Snoop Dogg, Kendrick Lamar y Mary J. Blige (acreedores de 44 premios Grammy en total) serán los encargados del entretenimiento dentro del entretenimiento en esta quincuagésimo sexta edición de un Super Bowl no exenta de polémica en la que los encargados de la seguridad estarán muy atentos por la amenaza de una posible irrupción de los "no vax" durante el evento.
"Será un gran momento para volver a estar juntos en el evento deportivo más importante del planeta y con la mejor música del mundo", aseguró Snoop Dogg en la previa al destacar su "agradecimiento a la NFL por elegir el hip-hop, un género musical que mucha gente rechaza", afirmó.
"Ahora estamos aquí y nada pueden hacer para impedirlo", agregó el artista que animará el show del intervalo en compañía de dos músicos sordos, una situación inédita al menos en una final de la NFL.
Habrá que estar bien pertrechados también con agua y líquidos para no sufrir los efectos de una posible deshidratación pues se prevén temperaturas de 32 grados centígrados récord para este evento y muy por encima de las que suelen registrarse en Los Angeles a esta altura del año.
Una situación que seguramente afectará en mayor medida a aquellos que ocupen el último anillo del estadio gracias a las entradas que abonaron a un valor de mil dólares, las más baratas, y que tendrán con qué combatir sin dudas aquellos que pagaron hasta 70 mil dólares por una ubicación privilegiada (en promedio los boletos costaron cerca de 10 mil dólares).
La seguridad estará abocada a impedir la invasión que anunciaron realizarían aprovechando la popularidad del Super Bowl los cultores del "no vax", aquellos que como algunos deportistas famosos se niegan a vacunarse contra el Covid, dificultando una de las mejores opciones para poner fin de una vez por todas a la pandemia que causó estragos en el planeta.
Los adherentes a esa postura que privilegia los derechos individuales por sobre los colectivos y que suma adeptos en Estados Unidos tras una campaña de protesta iniciada en Canadá, se auto convocaron a través de las redes sociales para provocar disturbios en el SoFi Stadium y atraer la atención de la opinión pública.
Se puede estar o no de acuerdo con ellos, pero lo cierto es que la ocasión se presente como la más propicia considerando que la audiencia televisiva del Super Bowl superará los 100 millones de televidentes en todo el planeta y luego de la misma emprenderían ruta rumbo a Washington para mostrarse aprovechando el discurso del Estado de la Unión que el presidente Joe Biden ofrecerá el 1 de mayo.
Otro récord para destacar de esta finalísima está relacionado con las apuestas y se vio favorecido por la legalización de las mismas cada vez en más Estados con unos 31,4 millones de estadounidense que apostaron sobre el resultado del choque, 35 por ciento más que hace un año.
No será barato tampoco para quienes opten por observar la final desde la comodidad de sus hogares, debido a la escalada de precios que disparó por las nubes los valores de la cerveza, las patatas fritas y las alitas de pollo, el menú típico de un buen Super Bowl que se incrementó entre un 25 y un 30 por ciento respecto de la anterior final.