Due persone in maschera posano sotto il portico di Palazzo Ducale, in attesa della Sfilata delle Marie in piazza San Marco, in anteprima del Carnevale veneziano, 15 febbraio 2020. ANSA/ANDREA MEROLA

El Carnaval de Venecia, quizás la celebración más conocida y espectacular de la ciudad italiana, cumple 1600 años, aunque en la edición de este año el lema es "Conmemorar el Futuro".

En el imaginario colectivo, a menudo se vincula a las glorias y transgresiones de los siglos XVII y XVIII, también gracias a las famosas pinturas de Francesco Guardi y Pietro Longhi, además de las obras teatrales de Carlo Goldoni y los escritos de Giacomo Casanova.

Pero, en realidad, esos siglos representan solo un momento en la larga y compleja historia del Carnaval.

Surgido a fines del siglo XI, pronto se convirtió en uno de los episodios clave de un importante ritual destinado a celebrar el éxito político y económico de la ciudad.

Su dimensión celebratoria y festiva se fue afinando con el tiempo hasta convertirse, en el siglo XVIII, en el símbolo por excelencia de los carnavales urbanos de toda Europa.

A lo largo de los siglos, nadie ha permanecido inmune al encanto cambiante y al misterio del milenario Carnaval veneciano.

Tampoco, y mucho menos, Gilles Bertrand, profesor de historia moderna en la Universidad de Grenoble Alpes, uno de los principales expertos en la historia del Carnaval de Venecia.

Aunque la etimología, el latín "carnem levare" que es "privarse de la carne", es de derivación cristiana, las raíces de la tradición carnavalesca remiten a una época aún más remota, en la que se celebraba el paso del invierno a la primavera.

Ya los cultos dionisíacos en la Antigua Grecia y las saturnales en la época romana indicaban un período del año en el que se permitía subvertir el rígido orden social.

El primer testimonio del Carnaval de Venecia es un documento del Dux Vitale Falier, fechado en 1094, en el que se habla de espectáculos públicos, mientras que en 1296 se convierte oficialmente en la víspera de la Cuaresma, gracias a un edicto del Senado de Venecia, una fiesta pública.

Sin embargo, los documentos no son muy numerosos durante la Edad Media y parece que el Carnaval de Venecia fue muy similar al de otras ciudades de la Europa mediterránea, al menos hasta el siglo XIII.

Es recién a partir del siglo XIV que comienza a elaborarse un Carnaval propiamente veneciano, que se encuadra en un contexto de clara matriz política y económica.

"Además de la dimensión religiosa, el carnaval tenía al menos otras dos funciones", explicó Bertrand, "Una de ellas era política: desde la Edad Media, el Carnaval servía para reforzar la agregación y cohesión de la población de los barrios, utilizando la memoria de hechos históricos o legendarios que pretendían recordar los éxitos y la progresiva extensión del señorío de la República", detalló.

Agregó que "también fue, en cierto momento, una dimensión de supervivencia económica, ligada a la capacidad de ser vista como una ciudad lujosa y atractiva hacia la que convergían personas de toda Europa".

Esta función, dijo, "se extendió desde el comienzo de la era moderna, es decir, desde mediados del siglo XVI, la época de Tiziano y Veronese, hasta el final de la República en 1797".

Este significado, señaló el profesor, "comenzó a adquirir una preeminencia cuando el prestigio económico y diplomático de Venecia, en su apogeo, en los siglos XIV y XV, se debilitó".

La ciudad trató entonces de "mantenerse como una capital prestigiosa, rica y opulenta a los ojos de reyes, aristócratas, mercaderes y artistas de toda Europa".

El Carnaval de Venecia es un momento de ocio para todas las clases sociales, tanto para el pueblo como para la nobleza, aunque siguen vigentes ciertas distinciones. "Todos se divertían", sostuvo Bertrand.

Señaló que "para ciertos espectáculos de Carnaval, como regatas, cacerías de toros o la fiesta del Jueves Gordo, la gente y los nobles solían reunirse sin distinciones".

Todos podían cruzarse en Campo Santo Stefano o en la Plaza San Marco. Pero en general hubo una división real, incluso en esas ocasiones. Con la práctica del listón los nobles se mostraban ante todos, haciéndoles comprender su diferencia con el pueblo. Incluso el disfraz con máscara no igualaba las condiciones, ya que la calidad de un encaje o la forma de disponer el tricornio en la cabeza eran otras tantas muestras de reconocimiento.

"A la gente, en la época moderna, y quizás más aún en el siglo XIX, le gustaba disfrutar del Carnaval como un momento de placeres para la garganta, mientras que la fobia a la multitud empujaba a los nobles a ir a sus villas en las afueras de Venecia, para escapar del ruido", relató el profesor.

Las celebraciones del Carnaval en Venecia sufrieron una profunda metamorfosis a lo largo de los siglos y se componen de innumerables eventos, algunos más refinados, otros más populares.

"Ciertos juegos, rituales y celebraciones que eran muy populares entre la gente durante la Edad Media fueron desapareciendo gradualmente, porque se consideraban demasiado violentos", explicó el experto.

Con la caída de Venecia y la ocupación francesa y austriaca de 1797, la larguísima tradición del Carnaval se interrumpió por temor a rebeliones y disturbios populares.

La reanudación de esta tradición milenaria tuvo lugar casi dos siglos después, en 1979, por iniciativa de la Municipalidad de Venecia y algunas asociaciones de la ciudad.

Máscaras, disfraces, desfiles, bailes: el Carnaval de Venecia, que ahora se celebra todos los años en los diez días anteriores a la Cuaresma, se inspira en gran medida en las atmósferas barrocas del siglo XVII, así como en el esplendor del siglo XVIII.