Gente d'Italia

De Odesa a Leópolis,a bordo de tren de la esperanza

epa09856410 Ukrainian refugees react before their departure on a train to Poland in the southern Ukrainian port city of Odesa, Ukraine, 28 March 2022 amid the Russian invasion of Ukraine. On 24 February, Russian troops had entered Ukrainian territory in what the Russian president declared a 'special military operation', resulting in fighting and destruction in the country, a huge flow of refugees, and multiple sanctions against Russia. EPA/STEPAN FRANKO

POR ENVIADO MICHELE ESPOSITO
La geografía de los desplazados en Ucrania cambió en los últimos días y pese a que los caudales se redujeron, gran parte de los que tenían que escapar, por fortuna y logrando sortear miles de peripecias, ya se dieron a la fuga.
Pero el gran éxodo no terminó, solo cambió de forma y se alimenta de quienes, de modo independiente, tras 35 días de conflicto, decidieron decir basta. Por ejemplo, son los pasajeros del tren núm. 036 que conduce de Odesa a Leópolis y de allí a la ciudad polaca de Przemysl. Las familias llegaron independientemente a Odesa desde el este en llamas y listas para viajar las últimas 15 horas que las separan de la seguridad.
No todos los refugiados en una guerra son iguales. Hay quienes ya no tienen casa ni tampoco posesiones. Quienes sin corredores humanitarios ad hoc, tal vez, nunca podrán huir. Y hay quienes tuvieron más suerte y decidieron emprender el largo viaje independientemente de ciudades que sufrieron los bombardeos rusos pero sin ser destruidas.
Muchos llegan desde la región de Mykolaiv en el tren que conecta Odesa con Leópolis pasando por bosques desnudos y salpicados de campamentos militares. Es el frente sur, donde los misiles, a pesar de las negociaciones turcas, siguen silbando. En las literas del tren proliferan las llamadas. "¿Cómo te va allí?" "¿Te ves bien?" "Estamos llegando". Hay quienes se detendrán en Leópolis y quienes ingresarán a la Unión Europea (UE) para quedarse quién sabe cuánto tiempo.
Tres mujeres se dirigen a Praga, donde la más joven vive y trabaja desde hace años. Decidió volver a Mykolaiv para buscar a su madre y abuela. La casa sigue ahí, el equipaje anuncia un hasta pronto, no un adiós. "Volveré pronto, a mi Ucrania. Es más hermoso que la República Checa, ¿no?", bromeó Svitlana, preguntándose a sí misma y a todo el camarote. Y luego, al amanecer, cuando se le permite de nuevo levantar las cortinas de los vagones, mirar por la ventana un buen rato. Y llora. No es la única que lo hace, en el tren no. 036.
"No sabemos cuándo terminará la guerra, no podíamos quedarnos allí todavía", sostiene una niña, que con su hermana decidió quedarse, al menos por un tiempo, en la más segura Leópolis. "Cerca de 50.000 personas desplazadas vivirán en la ciudad durante algunos años. Se necesitan fondos para construir nuevas casas", advirtió el alcalde Andriy Sadovyi. Hasta hace un tiempo no había nadie en los trenes que iban a Ucrania.
Ahora no es más el caso. Algunos, cuentan en la estación de Leópolis, están comenzando a dar marcha atrás. Cruzando los dedos y viendo las últimas noticias de Estambul. Y quizás detenerse en la capital de Occidente, que sigue siendo la ciudad más segura del país. El centro histórico, patrimonio de la Unesco, ha vuelto a la vida a toda velocidad. Los bares, a pesar de la helada y la lluvia, han puesto mesas en la calle. Los murgas han vuelto a la Plaza del Mercado y calles adyacentes. Las sirenas siguen sonando, pero menos aterradoras.
Leópolis permanece observada a la vista de los militares. Y sigue siendo una encrucijada de periodistas, fotoperiodistas, diplomáticos y combatientes extranjeros. "Cientos de nosotros vinimos de la República Checa, la mayoría sin experiencia, todos voluntarios", dijo Promotheus, apodo elegido por un joven que forma parte del grupo "Who if not us" ("Quién sino nosotros"). Los miembros de Praga están aquí "para hacer lo que la OTAN no hace".
¿Y no tienes miedo de morir?, se le pregunta. A lo que responden: "Sí, pero tal vez tenga más sentido que morirse de viejo comiendo hamburguesas", es la visión muy personal de Prometheus sobre la guerra en Ucrania.
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