ROMA - Desde las comidas hasta el tiempo libre, el smartphone está cada vez más presente en la vida de padres e hijos, desde edades tempranas.
El 33% de los niños de entre 5 y 6 años ya tiene un perfil social, el 83% de ellos usa tabletas, el 59% usa aplicaciones de mensajería como Whatsapp.
Además, una madre de cada dos usa su teléfono inteligente mientras amamanta a su hijo, comprometiendo la relación especial que se establece en este momento.
Estos son algunos de los datos que surgieron de la encuesta de la Asociación Nacional de Adicciones Tecnológicas de Italia (Di.Te) ilustrada en la entrega del premio PreSa, promovido por la Fundación Mesit.
La encuesta, realizada en 2022 por Di.Te en colaboración con la Sociedad Italiana de Pediatría Compartida (Sipec), involucró a 13.049 padres, adolescentes y niños.
Los resultados muestran que en el rango de edad de 0 a 4 años, el 60% de los padres entretiene a sus hijos con los dispositivos y el 67% los utiliza en su presencia.
En el grupo de edad de 4 a 9 años, el 88% de la muestra declara que entretiene a sus hijos con teléfonos inteligentes o tabletas, los usa en su presencia (96%), permite que los usen antes de dormir (37%), cuando están cansados o agitados (30%) o durante las comidas (41%).
En el grupo de edad de 9 a 14 años, el 98% de los niños usan dispositivos durante el día y el 62% antes de dormirse, el 81% se aburre cuando no los usa, el 57% prefiere estar conectado a salir y el 77% se enoja cuando lo hacen desconectar.
"Esto tiene un impacto en las relaciones y las emociones.
Cada vez más niños, especialmente después de la pandemia, prefieren vivir en línea en lugar de experimentar la vida real, con todo lo que puede derivar de ello, desde el ciberacoso hasta el hikikomori (trastorno del comportamiento que consiste en encerrarse en casa, a menudo en una sola habitación, y no salir de ella durante un periodo de tiempo prolongado, ndr)", dijo Giuseppe Lavenia, psicoterapeuta y presidente de Di.te, que este año recibió el premio PreSa.
Agregó que "el uso excesivo y precoz puede tener consecuencias psicológicas y sociales negativas, pero muchos adultos, al no saber los riesgos, es como si abdicaran de su papel de educadores".
"Esto confirma la necesidad de una educación digital temprana: el ginecólogo o el pediatra ya deberían empezar a hablar con los padres sobre esto", concluyó.