Papa Francesco
Papa Francesco (Depositphotos)

CIUDAD DEL VATICANO - A una semana del fallecimiento del Papa Emérito Benedicto XVI, comenzó en el Vaticano la presión sobre Francisco para que dimita a su cargo.
El día después de la muerte de Benedicto, el mundo vaticano sigue lleno de tensiones.
Si la presencia del alemán ayudó a amortiguar los contrastes, ahora las dos almas de la Curia, los conservadores y la más liberal y bergogliana, derecha e izquierda -aunque Francisco dijo en repetidas ocasiones que rechaza estas clasificaciones para la Iglesia-, emergen con mayor fuerza.
"Hay tensiones entre progresistas y conservadores", dijo al periódico La Repubblica el jefe de los obispos estadounidenses, Timothy Broglio, quien claramente se puso del lado del ala más tradicionalista.
Broglio cree que Francesco podría dimitir: "Vi la dificultad, el hecho de que no celebre, son todos elementos de un trabajo pastoral normal que están faltando".
Pero Bergoglio parece tener una idea completamente diferente. Hace años entregó su carta de renuncia a la Secretaría de Estado para ser utilizada en caso de impedimento físico, lo que prácticamente responde a la pregunta.
Al menos con respecto a futuras preguntas de los periodistas. Pero incluso en la práctica la respuesta va en otra dirección.
En las últimas horas Francisco puso en marcha la reforma de la diócesis de Roma, donde se refuerza aún más el papel del Papa, que es el obispo de la ciudad. E incluso en la liturgia, a diferencia de lo que dice Broglio, el Papa no renuncia a nada.
Gracias a la silla de ruedas y a la fisioterapia, ya no tiene los dolores que en el pasado lo llevaron a renunciar en ocasiones a celebrar misa. Hace tiempo que inauguró una fórmula comprobada por la cual preside y realiza la homilía, dejando a un cardenal la parte de la liturgia, que se desarrolla de a pie.
Además, se prepara para afrontar un fatigoso viaje a África a finales de enero y, aunque todavía no hay anuncios oficiales, en 2023 también debería ir a Hungría y Portugal, y también se espera que incluya Mongolia.
En definitiva, no da la idea de una persona a punto de abandonar el campo.
Entre los movimientos de Bergoglio que se barajan está su encuentro con el ex arzobispo de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen. Con más de 90 años, con una vida de lucha contra el régimen chino por la que estuvo en prisión, el cardenal figura entre los más duros críticos de Francisco.
Está la cuestión del acuerdo con China sobre el nombramiento de obispos, pero eso no es todo. Zen también forma parte de las filas de los cardenales más conservadores.
Llegó con un permiso especial de Hong Kong para el funeral de Benedicto XVI. Ayer fue recibido en Santa Marta por el Papa Francisco.
Ha sido el mismo Zen, que en el pasado había denunciado no haber tenido audiencia con el Papa, quien hoy habló de un encuentro "cordial y amistoso".
En cambio, quien sí podría estar a punto de hacer las maletas es el secretario de Ratzinger, monseñor Jorge Gaenswein.
Para él se habla de un posible papel en alguna Nunciatura en América Latina o Asia, o un puesto docente en una universidad católica en el extranjero.
Un regreso a su Alemania natal es más difícil, donde el episcopado quizás no lo recibiría con los brazos abiertos.
Pero más allá de todo, Bergoglio deberá tener en cuenta esta ala conservadora de la Iglesia como sugiere el ex Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Müller.
Considera como una "imprudencia" por parte de Francisco el haberse limitado a la misa en latín.
El Papa también fue criticado por el Sínodo, el proceso de consulta global sobre todos los temas, desde el papel de los laicos hasta el sacerdocio femenino, desde las parejas homosexuales hasta el sistema parroquial.
Mueller comentó a la prensa estadounidense: "¿Somos un partido o una ONG que puede cambiar de opinión sobre la base de una consulta popular?".