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Argentina, Massa y Bullrich se disputan un lugar en el balotaje con Milei en medio de una profunda crisis del sistema

BUENOS AIRES (Infobae/Federico Mayol)- Desde las PASO, la campaña giró en torno al candidato libertario. El resultado podría reconfigurar a las dos principales coaliciones y sus liderazgos. Hay incertidumbre sobre el impacto de la situación económica y los últimos casos de corrupción.

 

 

Con un final de campaña atravesado por una profunda crisis económica, denuncias cruzadas y escandalosas escenas del financiamiento opaco de la política, Sergio Massa y Patricia Bullrich se disputarán este domingo un lugar en el balotaje con Javier Milei, el candidato de La Libertad Avanza que según la mayoría de los sondeos terminará como el más votado y que dominó la escena pública desde su sorpresivo triunfo en las PASO, cuando dejó al sistema en las puertas de una profunda reconfiguración.

La Libertad Avanza logró capitalizar en las primarias de agosto el creciente malhumor social: según el escrutinio definitivo, Milei obtuvo el 29,86% de los votos, seguido por Juntos por el Cambio con el 28% de las adhesiones (en la suma de Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta) y un 27,28% de Unión por la Patria (Massa y Juan Grabois). Un escenario de paridad en términos cuantitativos que, sin embargo, le dio toda la centralidad al libertario: hasta este fin de semana, la campaña giró en su totalidad en torno al economista.

Los otros dos postulantes, Juan Schiaretti y Myriam Bregman, intentaron en estos días escaparle a la lógica del voto útil, enfocada en los candidatos de JxC y de Unión por la Patria: tuvieron en los dos debates presidenciales, en Santiago del Estero primero y en la ciudad de Buenos Aires después, sus momentos de mayor atención de la opinión pública.

El jueves, antes de la veda electoral, Bullrich y Massa cerraron sus campañas en sintonía con la estrategia desplegada por ambos para tratar de llegar a una eventual segunda vuelta, prevista para el tercer fin de semana de noviembre.

La candidata de la oposición lo hizo en Lomas de Zamora, un lugar bien simbólico: se trata del distrito de Martín Insaurralde, el ex jefe de Gabinete bonaerense recluido en su mansión de San Vicente investigado por corrupción después de que se ventilaran las fotos de su travesía en yate por la costa del sol española junto a la modelo Sofía Clérici, un escándalo cuyo impacto electoral es todavía incierto, en especial para el peronismo.

Desde el segundo debate presidencial, Bullrich le enrostró sistemáticamente el affaire Insaurralde al kirchnerismo, al que le dedicó buena parte de su discurso de cierre. Pero la ex ministra apuntó también contra Milei: su campaña se dividió entre las críticas al economista libertario y al Gobierno, mientras buscó capitalizar la incorporación de las principales figuras de Juntos por el Cambio, en especial a Mauricio Macri y a Rodríguez Larreta, a los que aglutinó finalmente en su intento final por acercarse al balotaje.

Massa, por el contrario, ideó una campaña unipersonal basada en su figura, aislado de Alberto Fernández, de Cristina Kirchner y de La Cámpora, como si se tratara de un proyecto nuevo, a pesar de la grave crisis económica y cambiaria. Y enfocó toda su campaña posterior a las PASO a polarizar con las polémicas ideas del candidato de LLA, una estrategia en la que trabajaron en el último mes los consultores brasileros que trabajaron para el PT y que llegaron al país para asesorar al líder del Frente Renovador.

El funcionario alternó entre sus funciones de ministro y su rol de candidato, un experimento novedoso por el que nadie apostó a ganador y que llamativamente puede meterlo en el balotaje a fuerza de una batería de medidas -desde la devolución del IVA y la eliminación del Impuesto a las Ganancias hasta alivios para PyMEs, autónomos y monotributistas- destinadas a tratar de suavizar los durísimos efectos de la inflación que en septiembre registró un alza del 12,7%, y un acumulado del 103,2% en los primeros nueve meses del año.

En el caso de Milei, el economista quedó en el centro de la escena tras su batacazo de las primarias: ganó en 16 provincias, muchas de ellas de neto corte peronista, como Tucumán, La Rioja, San Luis, Santa Fe o San Juan. Y transformó el creciente malhumor social, y el hartazgo con el sistema político, en un fenómeno masivo que atravesó a todos los estratos socioeconómicos -se adueñó por igual de votos del PJ y de Juntos por el Cambio- y se convirtió automáticamente en el blanco exclusivo de las críticas de sus dos contrincantes presidenciales, que martillaron en algunos de sus proyectos más disparatados y llevaron al candidato a una posición mucho más defensiva que antes de las PASO.

El libertario intentó seguir con su libreto en contra de la "casta", defendió su plan de dolarización y su alianza con el sindicalista Luis Barrionuevo, que le prometió un ejército de fiscales para este domingo. Pero algunas de sus ideas le dieron, al oficialismo y la oposición, una serie de argumentos para robustecer la "campaña del miedo" que en el tramo final de este proceso llegó, por ejemplo, a las estaciones de trenes. Además, el economista tuvo que aclarar en reiteradas oportunidades sus durísimos dichos contra el Papa Francisco, un issue de campaña aprovechado por UP y JxC.

La principal incógnita en el círculo rojo, entre los analistas políticos y en los campamentos del oficialismo, la oposición y LLA pasaba por estas horas en saber hasta dónde podía llegar hoy la onda expansiva del fenómeno libertario. Según los principales consultores, no alcanzaría para imponerse en primera vuelta. Algunos de ellos incluso se preguntaron en las últimas semanas si el postulante tenía asegurado un lugar en el balotaje.

En el tramo final de la campaña, en tanto, Bullrich buscó dar un golpe de efecto con la incorporación en pleno de Rodríguez Larreta, el perdedor de las PASO de la coalición opositora, al que confirmó como su virtual jefe de Gabinete si llega a la Presidencia, un anuncio destinado a asegurarse el mayor caudal electoral de sus votantes.

Tras las PASO, la ex ministra quedó en una posición incómoda: la magra performance de JxC de las elecciones de agosto -en el 2021, cosechó el 42,7% de los votos frente al 28% de las últimas primarias, y solo logró imponerse en la Ciudad, Corrientes y Entre Ríos- obligó a sus estrategas a estudiar durante semanas los pasos a seguir. En el medio de ese análisis, los coqueteos de Macri con el candidato libertario le agregaron un plus de zozobra a la campaña. Recién hacia el final, Bullrich logró aglutinar al ex presidente, al jefe de Gobierno porteño y a todo el radicalismo detrás de su candidatura.

En Juntos por el Cambio creen que la ex ministra de Seguridad puede recuperar votos en Córdoba, en Santa Fe, en la ciudad de Buenos Aires y en algunos sectores de la provincia de Buenos Aires. En el seno de la coalición opositora todavía sobrevuelan jirones de la derrota de las primarias: de repetirse este domingo, la oposición se asomaría al abismo de una casi segura reconfiguración de esa alianza que se ideó en el 2015 para ganarle al kirchnerismo y que en estos últimos dos meses entró en una etapa de posibles redefiniciones.

Una situación similar acosa al peronismo, y en particular al kirchnerismo, en estado de deliberación permanente y muy pendiente de la performance que Massa pueda lograr este domingo. El resultado de hoy puede desembocar, en ese sentido, en un contundente reseteo del sistema político. Si hay segunda vuelta serán tan importantes los que entren a esa etapa como el candidato que quede afuera.

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