En el Uruguay la capacidad de los presidentes democráticos siempre fue intelectualmente muy elevada, sean del partido que sean, no es difícil reconocerlo. Desde que reconquistamos la democracia eso es más que evidente, la lista de burros militares empedernidos, comenzando por Juan María Bordaberry - que empezó con una elección y terminó como un payaso de los dictadores, pero siempre mediocre, los cinco elegidos desde 1985 fueron muy diferentes pero inteligentes. Los presidentes de la democracia siempre fueron de muy buen nivel, diferentes política e ideológicamente pero con reconocibles capacidades intelectuales.

Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle, Jorge Batlle, Tabaré Vázquez y José Mujica. Diferentes si los hay, pero también con experiencia e inteligencia. No es cuestión de títulos sino de capacidad. No confundir capacidad con comunicación. Eso es otra cosa, cada uno tuvo sus puntos de fuerza, sus debilidades y sus momentos en la relación con la opinión pública. Pero es grave confundir la capacidad de expresarse, de desenroscar la víbora, con la de gobernar y llevar el timón de un país. Es lo que me alarma cada día más en estos momentos. Innegable capacidad de comunicar y hablar en todos los ámbitos al nivel actual- que es muy bajo en la política - pero hacerlo adecuadamente y, simultáneamente la rápida demostración de incapacidad para gobernar. Una señal que no supimos interpretar, es que solo pudo conquistar el gobierno, juntando a todos, con la asistencia de Sanguinetti, porque el Partido Nacional, tuvo en el 2019 una de sus votaciones más bajas desde el retorno a la democracia (28.62%).

Incluso Larrañaga votó mucho mejor (35.13%) Es cierto, se inició el gobierno en una situación muy difícil, con una pandemia en el mundo y en el Uruguay comenzada el fatídico 13 de marzo del 2020, que al principio, con el apoyo de un grupo de científicos y mucha comunicación, el gobierno resolvió bien y con excelentes resultados. Hasta que todo se fue al diablo en los últimos cinco meses. Y el gobierno empacado. Creer que solo vacunando se puede frenar una pandemia que alcanzó a principios de este año el desborde de las cifras en Uruguay, no es un problema solo político e ideológico (vean cuantos gobernantes de derecha o de centro y de izquierda optaron por lo básico: vacunar y disminuir drásticamente la circulación por determinados periodos) Aquí, vacunación bastante desordenada, algo de chamuyo, cada día menos y pocas medidas muy publicitadas. Las cifras de la pandemia son por lejos de las peores del mundo, en Uruguay uno de cada diez habitantes sufre o sufrió el covid, y uno de cada cien lo está padeciendo ahora y según el índice Harvard somos el 3er país del mundo con más posibilidades de contraer el covid-19.

Peor imposible. Tenemos un nivel de positividad en los hisopados que en el promedio de los últimos tres meses es del 20% y el objetivo era mantenerse por debajo del 5%...y la mortalidad sobre los que se enfermaron superó el 1.5%, cuando a nivel mundial es 5 veces más bajo. No se trata de países ricos o pobres, sino de todo el mundo. Eso nos sucede en el país con más médicos por habitantes de toda América (incluyendo EE.UU y Canadá, nos gana solo Cuba con 8.4) tenemos 5.2% cada 1.000 habitantes, según cifras del Banco Mundialm Argentina tiene 4; México 2.5; Colombia 2.1; Brasil y Perú 2 y en el extremo hay países como Haití, con apenas 0,2 médicos por cada 1.000 habitantes, Honduras (0,3), Guatemala (0,4), Guyana (0,8) y Nicaragua (1). Uruguay es además uno de los países con mayor número de ambulancias y de camas hospitalarias por habitantes, y ese es un capital invalorable construido durante varias décadas. Las políticas correctas o erradas en diversos momentos se dieron en la mayoría de los países, pero a la inversa, al principio les fue mal y luego fueron mejorando, es fácil de explicar.

APRENDIERON. En Uruguay pasó exactamente al revés, estamos terminando peor que nadie. Y eso no corresponde a visiones de derecha o izquierda, sino a capacidad, a inteligencia y a sensibilidad y a no confundir la política con la labia, el jarabe de pico y la escenografía. Los uruguayos en esta pandemia hemos retrocedido radicalmente en nuestra capacidad de entender los gobiernos y la política. Optamos: aparentemente es mejor arriesgarse a enfermarse y a morir que arriesgarse a no trabajar. Y nos pasaron las dos cosas juntas, nos morimos y nos empobrecemos, pero todo bien comentado por el presidente y su equipo. 230 mil personas apuntadas para 15 mil salarios solidarios, dan una idea de donde caímos socialmente y en la desesperación. La opción entre la salud y la vida o la comida, es indigna y de bajísimo nivel. A eso nos acostumbramos y eso nos impuso el gobierno, esa es su "libertad".

Nos vendieron la "libertad responsable", que es una de las falacias más primitivas que escuché en mi vida. ¿Por qué no la aplicamos para ir a la escuela, para pagar los impuestos, para darnos algunas vacunas obligatorias para ir a la escuela o viajar, para fumar en lugares cerrados, para respetar los semáforos o cumplir las normas de tránsito o para no robar? No todas están en un código. Eso no es liberalismo, es teórica e intelectualmente una camuflaje de bajo nivel. Alguien me preguntó hace unos días. ¿Y qué esperabas? Y lo pensé muy bien, por ser de derecha no había en absoluto que esperar una burbuja de soberbia y una colección de errores de este tamaño. No era obligatorio. No era obligatorio que la única resolución express que adoptó el gobierno fuera entregar por 60 años el principal rubro de actividad del puerto de Montevideo, los contenedores a una empresa belga que en sus 20 años de operaciones demostró lo peor de una compañía, el incumplimiento de sus obligaciones básicas. Esos sí que son vivos y avivados, por ejemplo con el manejo de la plata de las ganancias que le corresponden a la ANP por el 20% de su propiedad de la Terminal Cuenca del Plata (TCP).

Es la peor entrega de la soberanía nacional de la historia uruguaya, creando un monopolio y desregulando al antojo de los belgas, participaron varios "inteligentes" privados y públicos. No tengan dudas. Nadie hace ese regalo graciosamente y gratuitamente solo porque lo amenazan con un juicio por una cifra ridícula. Allí no huele a burro, sino a podrido. Incluso el Reglamento de atraque que ahora tendremos que negociarlo con una empresa privada, es mucho peor que el monopolio. ¿Fue por burros? ¿O por otra razón? Los pizarrones mencionados en reciente entrevista televisiva del presidente, son eso, simples pizarrones, porque no hay licitaciones a la vista, ni inicio de obras de rutas importantes (que por otro lado en el caso de las rutas solo el 8% del costo total es en salarios...) ni grandes proyectos privados.

Hay solo hojas pegadas a una pared. Lo que funciona son las exportaciones, porque tienen bien plantadas sus raíces, sus patas, sus plantas de celulosa y desde hace tiempo y los precios mejoraron en casi todos los rubros. ¿Se acuerdan cuando atenazaban con el argumento de los precios internacionales para explicar 15 años de crecimiento del PBI? Pero el consumo interno ha bajado en todos los rubros, debe ser por la prosperidad. No todos los multicolores son de ese nivel, hay gente con experiencia y otros bien plantados aunque tengan ideas muy diferentes a las mías y, que por ahora se dejan atropellar y resuellan por las heridas.

¿Cuánto durarán en este silencio rumoroso? Como faltan muchos años para este gobierno, yo personalmente espero que sigan y soporten, lo otro sería una tragedia más. Y lo primero que hay que pensar es en el país, en su gente. Con algunos de los oficialistas con gran experiencia no hay que tener preocupación alguna, ellos siempre estarán, pase lo que pase, el odio es superior a cualquier otra cosa. Son inteligentes pero feroces. Todos tenemos la imagen de que para gobernar no alcanza con hablar bien, ser campechanos, sacarse muchas selfies, mandar saluditos por televisión y otros artilugios. Hay que ser sabios, independiente de las posiciones políticas e ideológicas. A veces los periodistas en una eterna entrevista, con una insólita tanda en el medio, ayudan a profundizar en el pensamiento de los políticos. A veces. 'Tamo lejos... y ya que estamos campechanos, esto es como jugar al truco con comodines y guantes de cabritilla.

por ESTEBAN VALENTI