Estimado Direttore
Para el 6 de mayo pasado planifiqué mi día de trabajo de forma distinta. Me levanté más temprano, fui a mi oficina, hice todo rápido, porque quería ver mi equipo del alma frente al poderosísimo Barcelona por un lugar en la final de Champions. Luego, para la noche, tenía todo pronto, con licor incluído, para la otra cita, esta vez en Cochabamba para ver a mi querido Peñarol.
Si miramos la etimología de la palabra “TIFOSO”, la explicación es simple, viene del latín TIFUS, o sea tifus, esa terrible enfermedad contagiada por los piojos que, por suerte, ha “casi” desaparecido en nuestro planeta.
No soy un enfermo del futbol, de aquellos que, todos los domingos van a descargar (hasta el siglo pasado) sanamente sus emociones en un estadio, detrás de una radio o por la TV, sin embargo, habiendo nacido y crecido en 2 países donde es cultura popular, sigo mucho a mis dos amores futboleros: Inter y Peñarol. Soy hincha del Inter de Milán desde que tengo uso de razón y ya, con 5 años, recuerdo que, mi papá, me regaló un Topo Gigio “neroazzurro”, cuando, en el año 1958, justamente, nacía un ícono de todos los niños italianos. Como buen “tano” siempre fui seguidor compulsivo de mi selección, la Azzurra, pero, cuando mi vida, en 1965, cambió completamente y llegué a mi segunda patria, Uruguay, se sumaron otros 2 corazones paralelos, la Celeste y Peñarol.
Tenía 12 años cuando aterricé en esa especie de galpón mejorado con un cartel que decía Aeropuerto Internacional de Carrasco. Todo era nuevo y sabía pocas palabras de Castellano. La primera vez que escuché en la Escuela Italiana la palabra burro, me derretí!!! Burro en Italiano es manteca!!!!
Entré en 1o de Liceo en la Scuola Italiana que podía ser en la única institución donde podía seguir estudiando como si fuera en Italia. En 1965 estaba en Uruguay y Magallanes. Mis compañeritos que aún hoy, cada tanto, veo en reuniones de veteranos, tenían sus equipos favoritos y, obviamente, mitad era de Nacional y la otra de Peñarol. Me presionaban todos para que me hiciera hincha de uno o del otro. Mi pequeña mente bondadosa y retorcida decidió que me iba a ser hincha del equipo que perdiera el primer clásico que pudiera ver en el Centenario. Como entré a primero de liceo a fines del 65, me despedí de mis compañeros por las vacaciones y programamos ir a ver el primer clásico que se disputó en el Centenario el 30 de enero de 1966. Firme con mis convicciones, les dije a todos que me iba a ser hincha del perdedor, por lástima, porque, como eran 2 glorias mundiales, podía empatizar y solidarizarme con un equipo triste!!! Ese 30 de enero, fuimos una docena de pequeños “doceañeros” al Centenario, cuando todo era alegría, no había lios, ni bandas, ni barras bravas y todo era una fiesta. Fue un antes y después para mi. Por Copa Libertadores, Nacional venció 4-0 al Peñarol de Mazurkiewicz, Lezcano, Varela, Forlán, Goncálvez, Caetano, Abbadie, Cortés, Rocha, Spencer y Joya, una verdadera máquina. Pero, en frente tenía al Nacional de Manicera, Montero Castillo, Domingo Pérez, Cascarilla Morales o Cococho Álvarez, otra verdadera máquina. Al final, por los goles del Cascarilla, Techera, Virgili y Domingo Pérez, soy hincha de Peñarol y no me arrepiento, ya que, justo en ese año, los carboneros ganaron todo y su 3a Libertadores. Me había hecho tan fanático que le rogué a mi papá que me llevara a Santiago de Chile para ver la final de Libertadores del 4-2…..¿que podía pedir más? Luego, obviamente, vi el 2-0 contra el Real de Di Stefano en el Centenario y festejé como loco el otro 2-0 en el Bernabeu.
Volviendo a la realidad, el 6 pasado, a las 16 jugaron en el Meazza, una revancha histórica Inter y Barcelona. El primer encuentro en el Camp Nou, había terminado con un excepcional 3-3. Estaba consciente que iba a ser un encuentro dificilísimo, tanto como el primero. No me equivoqué! Para mi, fue el mejor partido que ví desde la final del Mundial 2022, tan emocionante como cambiante. El primer tiempo terminó con un categórico 2-0 para mi equipo, mientras los nervios me carcomían porque sabía a quien teníamos en frente. Cuando, en el minuto 87, Raphinha ponía el 3-2 para el culé, apagué la tele, solo en casa, con una bronca enfermiza. Pero, no se había terminado y en el 93 llegaba el milagro de Acerbi y los alargues. Confiados en sus fuerzas, los 2 equipos extenuados, siguieron dando un espectáculo extraordinario, pero, ese gol en el 9’ del primer alargue de Frattesi, hizo que rompiera una mesa de vidrio del salto que pegué! Inter a la final de Champions!!
Esperé la noche y aterricé en Cochabamba para ver a mi querido Peñarol. No era fácil ganarle a la revelación de la Libertadores con un nombre rarísimo y hasta cómico, como San Antonio Bulo Bulo, en su casa y a más de 2.500 metros. Pero la fe en Aguirre y Cia, me dieron la segunda bomba de gloria del día con un categórico 3-0 de visitante para ponerse al tope de la llave.
Simplemente un anécdota de un italo-uruguayo muy orgulloso de tener 2 corazones, una familia uruguaya y muchos títulos (8 a nivel mundial de selecciones, 4 de Italia y 4 de
Uruguay)
Stefano Casini
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(m.p.) Caro Stefano mi fa piacere che le squadre del tuo cuore Inter e Peñarol
abbiano conseguito brillanti risultati. Anch’io ho tifato Inter logicamente….e continuerò a tifare nerazzurri alla fine di maggio per la finale di Champions.. ma come saprai io sono napoletano e il mio cuore è legato a quella maglia azzurra che ha indossato anche il miglior giocatore di tutti i tempi, Diego Maradona che ho avuto il piacere di scoprirlo per primo nel 1978 quando ero in Argentina per seguire i campionati del mondo di. Calcio… quindi l augurio che ti faccio è che l Inter vinca la Coppa dei campioni e il Napoli lo scudetto… Giusto????