Al menos diez heridos y noventa detenidos arrojó una batalla campal entre hinchas que estalló en el estadio de Independiente de Avellaneda, en las afueras de Buenos Aires, durante el partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana ante la Universidad de Chile, el miércoles por la noche.
La confederación sudamericana de fútbol (Conmebol) suspendió el partido, culpó al club argentino por la "falta de garantías de seguridad" y derivó el caso a su tribunal de disciplina.
Imágenes en las redes sociales muestras que la batahola comenzó cuando la barra del equipo chileno, ubicada en una tribuna alta sin ningún tipo de contención, comenzó a arrojar palos, botellas y hasta una bomba de estruendo contra simpatizantes de Independiente que estaban en una bandeja inferior.
En el entretiempo, la policía desalojó al grueso de los simpatizantes chilenos, pero cuando aún permanecían algunos rezagados, irrumpió en la tribuna la barra de Independiente, que los golpeó duramente, como muestran las imágenes en las redes.
El presidente de Independiente, Néstor Grindetti, calificó el comportamiento de los hinchas chilenos como "repudiable", y dijo que "destrozaron los baños" del estadio.
Y desde Chile, el presidente Gabriel Boric culpó a la "violencia en las barras" pero denunció la "evidente irresponsabilidad en la organización" y ordenó a su embajador asistir a los heridos.
El partido fue suspendido en el minuto 48, cuando el marcador estaba 1-1.

 

Con la cancelación oficial, el futuro de la serie y las duras sanciones que se espera que recibirán los clubes quedan en manos del tribunal disciplinario de la Conmebol.