Caro Direttore Mimmo Porpiglia

Cuando el otro día leí en Facebook sobre tu cobertura en el Mundial de futbol del 1978 en Argentina y el contacto que tuviste, en esa circunstancia, con Maradona, surgieron en mi mente episodios de esos tiempos muy vinculados a tus descripciones

Todos sabemos que la mayoría de los países latinoamericanos durante los años 70 vivieron dinámicas políticas que confrontaron sus poblaciones, unos reivindicaban equidad y mejoras sociales, otros se activaban para conservar el estado de cosas.  La colectividad italiana de la Argentina, muy activa, no era ajena a ese clima. En 1974 me radiqué  en Buenos Aires, pocos meses después, atraído por los actos que organizaban y los valores que difundían, acordes con mis intereses,  quedé enganchado con uno de los sectores que operaba en  nuestra comunidad.  Participaban en esos grupos los hermanos Aloísio:  Fernando responsable del Patronato Inca de la Argentina, dirigente muy respetado y querido por toda la colectividad, (lamentablemente una deficiencia cardiaca se lo llevó muy joven),  Settímio,  y el menor de ellos   Italo,  venían de Aiello Calabro un pueblo de dos mil habitantes  de la provincia de Cosenza (muy cercano al mio, Sangineto).

Recurro a menudo, sobre todo los domingos de noche, a una receta culinaria que me aportara  precisamente Settímio  Aloísio. Sentado frente a el, muchos años atrás, en uno de esos largos almuerzos organizados por nuestra colectividad, me pregunta cuanto me gustaba la “pasta frita” , vista mi ignorancia sobre el tema procede a explicarme,  cuando sobra pasta, generalmente del almuerzo dominical, de noche se sofríe un diente de ajo en aceite de oliva y se vierte allí el   sobrante. No voy a negar mi asombro, no esperaba que ese ya  destacado empresario bonaerense , presidente de la comisión de futbol del club Argentinos Juniors,  y  además hombre muy refinado, me  aconsejara la preparación de un típico plato  de la cocina pobre italiana (tendencia que obviamente  no estaba de moda en esos tiempos), pero tampoco voy a negar que desde décadas trato que sobre pasta a medio día para después deleitarme con esa simpleza de noche.

No recuerdo el motivo pero un día, Settimio Aloísio me cita en su oficina, era un amplio y lujoso local  sobre la avenida Rivadavia a la altura de Caballito,  cundo llego veo que el piso de la misma estaba completamente inundado, las alfombras soportaban por lo menos un par de centímetros  de agua, el personal seguramente se había ausentado, solo una persona esperaba sentado en uno de los sofá,  de  la cual intuí que estaba allí para solucionar   ese desastre provocado por la rotura de algunos  caños.   Settimio me invita a pasar a su escritorio y casi enseguida me dice: sabes quien es ese, refiriéndose al muchacho sentado en el sofá, me preparo para la fácil respuesta, claro el plomero, pero antes que yo me pronunciara, agrega,    Maradona, dada mi impericia  futbolística el apellido Maradona  no me resultó familiar pero lo asocié  un jugador, seguramente al constatar mi ignorancia Settimio agrega, estoy tratando  con el Napoli, queremos  vendérselo en ochocientos mil dólares. Claro que esa afirmación  despertó inmediatamente  mi interés hacia el joven y procedí a examinarlo de arriba a abajo, su pelo enrulado y largo, no muy amigo del peine, vestido con una usada remara azul y pantalón  de color verde, su contextura física magra y mas bien bajo,  descansaba  acomodado  en aquel sofá con un aire despreocupada e indiferente.

Ochocientos mil dólares era entonces una suma enorme para un jugador de futbol, y lo era también para el club Argentino Junior, el cual atravesaba una difícil situación económica.

Finalmente Settimio Aloísio no concretó la venta de Maradona a favor  del  Napoli, las razones  seguramente tu Mimmo,  las conoces mejor que yo,  pero fue  a partir de ese episodio que se convierte en el  representante  de futbolistas argentinos más famoso del país, entre muchos otros representó jugadores como Caniggia y Batistuta.  También es cierto que poco tiempo después el mismo Aloisio junto a dirigentes del Club Boca Juniors, venden  a Maradona  en cinco millones trescientos mil dólares al club Barcelona.

Renato Palermo
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