La libertad religiosa no está garantizada en 62 países del mundo, uno de cada tres, en los que vive más de la mitad de la población del planeta.
Además en 26 países se registra una persecución propiamente dicha contra las minorías religiosas, según surge del informe de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre.
Y si bien el radicalismo islámico ya no encaja con lo que era el Estado Islámico en Siria e Irak, hoy la amenaza del califato se vuelve "transcontinental", con sus expresiones más feroces en Africa.
El coronavirus fue otro elemento de discriminación, con las minorías "culpadas por la pandemia" y dejadas, en algunos países, sin ayudas sanitarias ni humanitarias.
Crece además el fenómeno de la violencia sexual, sobre todo contra las niñas menores, como "arma" de conversión.
Y en ascenso asimismo el uso de las redes web para reclutar terroristas, como una suerte de "cibercalifato", y de la inteligencia artificial para mantener a las minorías bajo control.
La libertad religiosa resulta violada en casi un tercio de los países del mundo (31,6%), donde viven alrededor de dos tercios de la población mundial.
Sesenta y dos países en total, sobre un total de 196, registran graves violaciones a la libertad religiosa.
El número de personas que viven en estos países roza los 5.200 millones, puesto que entre los peores transgresores están algunas de las naciones más populosas del mundo (China, India, Pakistán, Bangladesh y Nigeria).
Entretanto la amenaza yihadista se traslada sobre todo hacia Africa, pero también a otras áreas del mundo ecuatorial, con "el fin de crear un autodenominado califato transcontinental", dijo el director de ACS-Italia, Alessandro Monteduro.
"En 26 naciones del mundo se sufre la persecución. Nueve países por primera vez se sumaron a la lista: siete en Africa (Burkina Faso, Camerún, Chad, Comores, República Democrática del Congo, Mali y Mozambique) y dos en Asia (Malasia y Sri Lanka).
La causa principal -explicó Monteduro- es la progresiva radicalización del continente africano, sobre todo en las áreas subsahariana y oriental, donde la presencia de grupos yihadistas aumentó notablemente.
Desde Burkina Faso llegó el testimonio del obispo de Dori, monseñor Laurent Dabiré. "El terrorismo, como se manifestó en el Sahel, demuestra que ningún país puede combatirlo solo, porque es transfronterizo. La capacidad de fuego de los grupos terroristas es muy importante, hace falta la ayuda de la comunidad internacional".
Desde Canadá en cambio llegó el testimonio de Asia Bibi, la cristina paquistaní condenada a diez años de dura cárcel bajo acusación de blasfemia. También estuvo a punto de ser condenada a muerte, pero finalmente logró la absolución.
El suyo fue un caso de repercusión internacional, emblema de la violación a la libertad de credo.
Bibi dijo que espera ir pronto a Roma para encontrarse tanto con el papa Francisco como con Benedicto XVI, que "oraron e hicieron llamados" por su liberación.
"Pido a las autoridades internacionales y también a las de Pakistán -dijo- que sean más unidas para hacer respetar el primer derecho del ser humano, el de poder ejercer su libertad religiosa, en caso contrario seguirá habiendo muchas Asia Bibi".