Los hipogeos del Coliseo -las "bambalinas" del simbólico monumento- por primera vez podrán ser visitados por el público, gracias a una poderosa intervención de restauración y puesta en valor.
Hasta ahora no se había ido nunca tan abajo del monumento: aunque era allí, en la oscuridad, en ese dédalo de pasillos, pasajes y arcos tan bajos que era necesario bajar la cabeza, donde nacían los principales espectáculos de la antigua Roma.
Por aquí pasaban esclavos, bestias feroces, impresionantes máquinas para asombrar al emperador y su pueblo.
"Un trabajo muy complejo -dijo la directora del Parque Arqueológico, Alfonsina Russo- cuyos resultados aún están en estudio", pero que piedra tras piedra "atestigua todo lo que ocurría bajo la arena del Anfiteatro Flavio, desde su inauguración en el 80 d.C. hasta el último espectáculo en el 523". Un monumento dentro del monumento, restaurada con aporte del grupo Tod's y ahora visible bajo reserva, recorriendo una pasarela en serpentina de 160 metros de largo, que llega desde la Porta Libitinaria hasta la Triunfal, entre 15 corredores anulares y seis etapas.
Los ojos se encuentran tan cerca de los muros hoy restaurados que se ven incluso las señales del humo de los incendios que hubo en el lugar.
Más de 15.000 m2 de superficie que ahora solo esperan volver a la oscuridad, cubiertos como hace dos mil años, con la instalación de la próxima pavimentación de la arena.
"Trabajaron 81 especialistas -agregó Russo-, cada día, entre arquitectos, restauradores, geólogos, físicos, topógrafos, ingenieros y obreros. Con 55.000 horas y 7.000 días de trabajo".
Comenzada en diciembre de 2018, esta es la segunda fase de las intervenciones previstas, tras los trabajos en la parte externa del monumento.
La tercera fase será la realización de un centro de servicios que permita llevar al exterior las actividades de acogida y soporte de la visita.
"Es un verdadero orgullo constatar que todo lo que nos hemos prefijado hace diez años se está realizando", comentó Diego Della Valle, presidente del gruppo Tod's-. Como todos, creo, la primera vez que vine aquí al Coliseo fue con la escuela.
Llegamos a Roma desde Casette D'Ete y tras un interminable viaje en bus me encontré delante de este gigante".
"Habitualmente -dijo- a los niños las cosas les parecen siempre más grandes. Hoy en cambio cuando entro aquí, el Coliseo quedó igual de grande".