América Latina y el Caribe fue la región en que más aumentó el hambre durante la pandemia, con 13,8 millones de personas para totalizar 59,7 millones, lo que significa un retroceso de 20 años.
Así lo destacó Julio Berdegué, encargado regional del Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura al entregar el Panorama sobre Seguridad Alimentaria 2021.
"Es la sexta edición en que debemos reportar malas noticias", dijo el alto funcionario al dar a conocer las dramáticas cifras que vienen creciendo desde 2014, pero que la pandemia agudizó.
Mencionó que es en Sudamérica y Mesoamérica donde más creció el hambre, un 20%, y un 70% entre 2014 y 2020.
Berdegué enfatizó que "el hambre es una de las peores formas, la más grave, de seguridad alimentaria, pero en esta región hay 267 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria moderada y grave".
Sesenta millones se incorporaron en 2019, y entre 2014-2019, el mayor incremento se vio en Sudamérica.
En porcentajes, América Latina y el Caribe fueron las que tuvieron un mayor deterioro en seguridad alimentaria con un 9% entre 2019-2020. "Ninguna otra región se aproxima a ello", apuntó Berdegué, "ni siquiera las más pobres, como Africa".
"Aunque la pandemia ha agravado la situación, el hambre ha ido en aumento desde 2014. Debemos corregir las vulnerabilidades profundas de nuestros sistemas alimentarios, hacerlos más inclusivos y sostenibles y asegurarnos de que brinden bienestar a las personas que alimentan a nuestras sociedades", dijo Rossana Polastri, Directora del Fondo Internacional Desarrollo Agrícola (FIDA) para América Latina y el Caribe.
La prevalencia de la inseguridad alimentaria grave (personas sin alimentos o han pasado un día o más sin comer) alcanzó el 14% en 2020, un total de 92,8 millones de personas, una enorme suba en comparación a 2014, cuando afectaba a 47,6 millones de personas.
La inseguridad alimentaria no afectó por igual a hombres y mujeres: en 2020, el 41,8% de las mujeres de la región experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave, en comparación con el 32,2% de los varones. Esta disparidad ha ido en aumento en los últimos 6 años y creció drásticamente, del 6,4% en 2019 al 9,6% en 2020.
"Esto no se resuelve con actitudes personales. Lo que se requiere es un sistema alimentario que satisfaga en forma saludable a la población", recalcó Berdegué, lo que compartió Lola Castro, del Programa Mundial de Alimentos (PMA), al sostener que "estamos lejos de garantizar una alimentación saludable y no dejar a nadie atrás".
Lo contradictorio es que el informe advierte que la región también está perdiendo la batalla contra otras formas de malnutrición: 106 millones de personas -uno de cada cuatro adultos- padecen obesidad en América Latina y el Caribe.
Hubo aumentos significativos en la prevalencia de la obesidad entre 2000 y 2016: un aumento de 9,5 puntos porcentuales en el Caribe, 8,2 en Mesoamérica, y 7,2 en América del Sur.
Isabel de la Peña, del FIDA, reconoció el impacto del transporte de bienes y la inflación, pero indicó que "una dieta saludable en esta región es muy costosa".
"Desde el FIDA, creemos que este problema va más allá de la pandemia y refleja que los sistemas alimentarios necesitan voluntad de cambio en todos los eslabones de la cadena alimentaria", insistió.
El sobrepeso infantil ha ido en aumento desde hace 20 años en la región, y en 2020, 3,9 millones de niños y niñas -el 7,5% de los menores de cinco años- tenían sobrepeso, casi 2 puntos porcentuales por encima del promedio mundial.
América del Sur muestra la mayor prevalencia de sobrepeso en niños y niñas (8,2%), seguida por el Caribe con 6,6% y Mesoamérica con 6,3%.
Aunque la región ha mostrado importantes avances en la reducción del retraso del crecimiento en los niños y niñas, habiendo disminuido la prevalencia del 18% al 11,3% en 20 años, sin embargo, entre 2012 y 2020 la tasa de disminución se desaceleró.
La prevalencia regional de emaciación (desnutrición aguda) en niños es de 1,3%, significativamente más baja que el promedio mundial del 6,7%.
Maika Arts, de Unicef, respondió a ANSA sobre la aparente contradicción en la doble carga de malnutrición, que tiene retraso en el crecimiento al mismo tiempo que sobrepeso. Aclaró que "ambas tienen las mismas causas" y puso como ejemplo a una mujer que tiene un hijo que nace con bajo peso y después recibe alimentación alta en calorías, "el peligro de sobrepeso en más grande".
Berdegué también señaló a ANSA que el sector privado es fundamental en el sistema agroalimentario porque no puede haber una acción positiva si no modifican sus estrategas productivas.
"Los gobiernos tienen que conducir las políticas que den el marco para este giro", aseveró.
Acotó que "a nosotros nos interesa una regulación que genere incentivos a los consumidores para optar por una comida saludable, pero también a los productores para que reformulen los alimentos, eso es clave. La evidencia muestra que eso sirve, y el ejemplo es Chile, donde las empresas han descubierto una gran oportunidad".