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di Stefano Casini

Como todos sabemos, en noviembre comenzará el Mundial de Qatar, un país que sigue estando bajo la Ley musulmana Shariá, o sea que trata a las mujeres como objetos. No hemos visto movimientos feministas occidentales hablar mucho de estas cosas, sin embargo, es de ahora que Paola Schietekat, una ciudadana mexicana que visitó, por trabajo, el maravilloso y moderno emirato árabe, se encuentra en serias dificultades. 

En un momento en el que Qatar se abre al mundo con un Mundial de Fútbol muy cercano, una mexicana denunció cómo las mujeres pueden llegar a ser tan vulnerables en este país islámico. Paola Schietekat llegó a Doha en febrero de 2020 para trabajar para el gobierno qatarí en la organización de la Copa del Mundo Qatar 2022. Luego de un año y medio de vivir ahí, fue víctima de una agresión de un hombre.

Sin embargo, cuando acudió a las autoridades para presentar la denuncia correspondiente a violación y agresión por parte de un hombre, el caso se volvió totalmente en su contra. Paola fue acusada de "sexo extramarital", un delito que, la ley islámica sharía, castiga severamente.

Para la mujer de 27 años se impuso una condena de 7 años de prisión y 100 latigazos. Como alternativa, le dijeron que podía evitar esa pena si se casaba con su agresor.

La pregunta es: ¿que pueden hacer las organizaciones de los DDHH para proteger a esta mujer? En realidad no pueden hacer nada e inclusive, si hubiera ocurrido en países como Arabia Saudita o Afganistán, Paola, podía haber enfrentado una lapidación en plaza pública, también prevista por la Ley Shariá.

Me encantaría escuchar los movimientos feministas en estos días para conocer, al menos, un rechazo frontal a estos tipos de prácticas. 

En occidente, las redes que formaron las mujeres para obtener sus sacrosantos derechos humanos, han dado muchos resultados a pesar  que podrían parecer insuficientes. Por ejemplo, en Dinamarca, los puestos gerenciales, son el 50% para hombres y la otra mitad para  mujeres y, en todos los países sajones, realmente los derechos son idénticos, sea en salarios que en todo tipo de circunstancias.

La mayor preocupación la tiene el Viejo Continente y , mayormente, algunos países como Francia, Alemania, Bélgica, Gran Bretaña, Suiza, Italia o España. En Francia, por ejemplo, de todos los ciudadanos que tienen de 0 a 20 años, casi el 50% nacieron de familias musulmanas y en Gran Bretaña pasamos de los 85.000 musulmanes de 1990 a los 6 millones de hoy, donde, en la misma capital Londres, el Intendente, es musulmán. Mientras entre las familias europeas la tasa de descendencia es de 1.38 de  hijos por familia, entre las familias musulmanas es de 8, lo que también significa que el Viejo Continente no sigue bajando población.

Nos resulta muy difícil hablar de esto con el justo equilibrio. A mi, personalmente me trataron, muchas veces, de feminista simplemente porque, no veo, entre un hombre y una mujer, más que diferencias físicas, a pesar que recuerdo muy bien cuando, hace muchos años, en una cena el Presidente del Comité Olímpico uruguayo, Julio César Maglione me dijo: "¿Sabías que en las primeras olimpíadas de la historia moderna un hombre corría los 100 metros llanos en poco más de 12 segundos y una mujer demoraba casi 20 segundos? En las últimas olimpiadas, la diferencia es de poco más de 1 segundo".

Estamos en el año 2022 y aún hoy, en nuestro planeta, hay países que consideran a una mujer un ser inferior que, unicamente, sirve para la reproducción. Es muy poco lo que se hace para cambiar este rumbo.