La ciudad más antigua de Galicia, Lugo, se transformó este fin de semana en la Antigua Roma con sus cuadrigas y gladiadores y miles de personas caracterizadas de romanos y celtas que revivieron su pasado en la fiesta Arde Lucus.
Cada año, y durante cuatro días de junio, un millar de personas recrean en esta fiesta histórica sus antepasados de Lugo, fundada como Lucus Augusta por Paulo Fabio Máximo 14 años antes de nuestra era.
Tras dos años sin fiesta por pandemia, seis gladiadores junto con sus caballos regresaron el sábado a la arena de Lucus Augusti para batirse en un auténtico circo romano con un público entregado.
Fueron retados a cortar sandías como si fueran cabezas, a explotar globos explosivos y a atravesar subidos a caballo un anillo de fuego.
La fiesta es un viaje en el tiempo de 2.000 años atrás, hasta la época romana de Lugo.
"Su mayor éxito es la implicación de toda la sociedad. No hay nadie que se quede en casa. En todos los armarios de Lugo hay al menos un traje de romano o de celta", decía a ANSA la alcaldesa, Lara Méndez.
La fiesta rememora la integración que hubo entre romanos, que llegaron a Lugo en el año 29 antes de Cristo, y los celtas, a los que se encontraron en la ciudad.
Del ejemplo de convivencia entre celtas o "castrexos" y romanos nació una nueva cultura, la galaico romana.
El pasado se recrea, además del circo, a través de representaciones teatrales, bodas celtas y desfiles, hasta un centenar de actos diarios.
Por el centro de la ciudad hay campamentos en los que se hacen demostraciones de elaboración de cestería, mosaicos, tejidos, pinturas, se acuñan monedas -con las que los romanos pagaban al ejército-, y se recrea la vida cotidiana imitando hospitales y tabernas.
Lo hacen a través de asociaciones de romanos, 13 en total, y de celtas, 7, que realizan la recreación histórica y para la que llevan meses preparándose.
Uno de los principales actos fue el desfile de los miembros de todas ellas, así como de miles de ciudadanos, alrededor de la muralla de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad, en el que mostraban sus caracterizaciones.
No faltaron los tambores de guerra, vestimentas de gala y de batalla, armas y armaduras, todo ello con música hasta el anochecer.
Y los niños, alrededor de 3.000, perfectamente ataviados y agrupados por sus centros escolares, protagonizaron su propio desfile, el Scholarum, ya de día.
El Arde Lucus de este año contó con un broche de oro, el concierto del grupo gallego Tanxugueiras, en el que cuatro mujeres fusionan música tradicional gallega y ritmos urbanos, y que se alzó favorito del público del Benidorm Fest, compitiendo por ir al festival de Eurovisión, en el que Chanel fue finalmente la representante española.
En la fiesta también se reciben a "tropas extranjeras", llegadas desde distintas zonas de Galicia, así como otros lugares de España como Astorga, León, Cartagena o Mérida, y también de Portugal y Reino Unido.
Y es que esta edición, la número 21, ha sido la de una fiesta internacionalizada: "Ha venido mucha gente de diferentes países, tanto de Europa como de Norteamérica y de Sudamérica, que no fueron solo espectadores, sino que se implicaron en la celebración y se sumergieron en ella", declaró la alcaldesa, que va alternando la caracterización de romana y de celta.
Esta edición, subrayó, "será un punto de inflexión" en el objetivo que persigue el ayuntamiento de ser declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional.
La fiesta surgió hace dos décadas, cuando la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad la muralla de Lugo, la única que conserva su perímetro de 2.266 metros no solo en España sino en toda el área territorial del Imperio Romano.
Pese a su corta historia, la fiesta ya ha conseguido los distintivos de Interés Turístico Gallego y Nacional.
La ciudad, de 100.000 habitantes, quintuplica en esos días su población para satisfacción de hosteleros y del sector hotelero.
Ha sido "una edición inmejorable. Se notaba que la gente tenía ganas de volver a la normalidad", decía Luís Latorre, presidente de la asociación Lugo Monumental.