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por JUAN RASO

No soy aficionado a las películas postapocalípticas, pero cinco años atrás por circunstancias que no recuerdo ví una titulada Mad Max, con la lindísima Charlize Theron, a quien las tecnologías le había quitado un brazo…

De la historia poco recuerdo, pero me impactó algo que hoy recuerdo en mi post. Sobre una gran peñasco vivían los poderosos, mientras que las masas habitan el valle. Una vez por día los poderosos vaciaban amplios baldes de agua fresca, para que las masas empobrecidas pudieran beber.

La anécdota retorna a mi mente en estos días en los que en el área metropolitana de Uruguay la sequía y desinteligencias que cada político achaca al otro, han deteriorado la calidad del agua. Imaginaba que mi país sería una fuente inagotable de agua excelente, mientras el mundo vivía y vive tiempos de sequía. Hoy la realidad nos recuerda que también en nuestro país la calidad del agua es una nueva brecha de desigualdad entre la riqueza y la pobreza.

¿Porqué hablar del “agua” en un post del relaciones laborales? La razón es que el agua pertenece al ambiente y la calidad (o falta de calidad) del ambiente hace al mundo del trabajo, a las condición de los trabajadores, en definitiva a las propias relaciones laborales.

Hace algunos días escribí un artículo sobre el futuro del trabajo y apuntaba a la necesidad que las organizaciones sindicales incluyeran en su agenda el tema ambiental.

Las condiciones ambientales y los principios del desarrollo sustentable - expresaba - se vuelven objetivo de muchos grupos de presión, especialmente en el continente europeo, mientras que en América Latina el tema no ha adquirido aún la importancia debida.

La cuestión ambientalista está presente en la agenda de los sindicatos europeos, interesados por un lado en la propia sobrevivencia de la empresa y en el contexto ecológico en el que ésta opera, y por el otro en la definición de nuevos espacios de conflictividad y diálogo, en los que podrían asumir protagonismo.

En tal sentido se destaca la trascendencia que tuvo la joven activista sueca  Greta Thunberg, que convocó el movimiento estudiantil “Fridays for future” en diversos países en los últimos años para desarrollar acciones, que  los medios de prensa calificaron como “huelgas estudiantiles”. El éxito de esta experiencia determinó que los sindicatos se sumaran a los reclamos ambientalistas: a modo de ejemplo recordamos la huelga convocada por las centrales españolas CCOO, UGT y USO, respaldando la huelga mundial del 27 de setiembre de 2019 contra el cambio climático. Las mismas centrales sindicales convocaron posteriormente a una acción conjunta para participar en el “Día Mundial de Acción Climática en los Centros de Trabajo” celebrado el 22 de junio de 2022.

A nivel de empresa, señalamos el “sciopero verde” (la huelga verde) proclamado recientemente por los trabajadores metalúrgico del ENEL (ente italiano de electricidad) en la central de Torrevaldaliga (cerca de Roma) promovido por el sindicato FIOM, con una adhesión del 85%, reclamando la sustitución del gas por el hidrogeno y otras fuentes renovables.

Las políticas ambientales vigentes - y las que se implementarán en el futuro - plantean reconversiones energéticas con aumentos de costos, que pueden tener como contrapartida la contención de los aumentos de salarios y/o la sustitución de trabajadores con tecnologías avanzadas. También en este caso, el desafío ambientalista obliga al sindicato a adquirir los conocimientos técnicos necesarios para elaborar propuestas racionales que compatibilicen la sustentabilidad del ambiente y la protección de los trabajadores.

El ambiente - y la calidad del agua de la que hoy tomamos conciencia - nos indican que no hay futuro posible si un ambiente sustentable y de calidad. Si bien es cierto que el ambiente es responsabilidad de todos, reclamamos la intervención del sindicato en el sistema de relaciones laborales, porque un ambiente deteriorado siempre golpeará a los más débiles, en este caso a los trabajadores.

Muy pocos prestaban atención (me incluyo en la crítica) a la cuestión del ambiente, pero hoy comenzamos a entender que éste deberá ser uno de los principales temas de la agenda sindical del futuro, para evitar que la vida de masas de trabajadores - como en la película de Charlize Theron - dependan de aquellos que desde el peñón les tiren una vez por día agua de calidad.