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por STEFANO CASINI

Hace unos días Putin presentó su presupuesto para el próximo año y refleja un país realmente enfermo  por las ideas de sus dirigentes. El gasto en defensa, “seguridad nacional” y aplicación de la ley es el doble del gasto social. La defensa por sí sola absorbe prácticamente todos los ingresos derivados del principal sector industrial ruso, gas y petróleo.

Los items del ejército y las estructuras represivas absorben muchos más recursos de los que se utilizan para el bienestar y las inversiones en la economía nacional y planes sociales. El presupuesto aparece como la imagen distópica de un dictador encerrado en sus obsesiones zaristas. A pesar de todo esto, hoy es imposible subestimar a la Rusia de Vladimir Putin, que, desde mucho antes de lanzar una guerra abierta contra Ucrania, hizo una guerra económica no declarada contra Europa….. y por ahora no la está perdiendo.

Según cálculos semi-oficiales, en 2024, el presupuesto militar será de 100.000 millones de euros, el 10% del PBI ruso, casi 4 veces más que en 2020 y, combinado con el de las fuerzas de represión interna, se acerca al 40% de todo el gasto público. Mirando las proyecciones hasta 2026, cuando debería descender hasta el equivalente a unos 70 mil millones de euros, podríamos llegar a 2 conclusiones.

La primera es que Putin ve el año 2024 como el del todo para todos, el momento en el que espera resolver la cuestión ucraniana a su manera, con fuerzas y amenazas,aprovechando la fatiga bélica europea y el hecho de que Estados Unidos estará distraído con sus elecciones presidenciales. El aumento del presupuesto para “defensa nacional” de 6.406 mil millones de rublos de este año, a 10.765 mil millones el próximo, prende todas las alarmas occidentales.

 

Los gastos militares del año pasado ya eran más del doble que los de antes de la guerra y ahora están dando otro salto del 67%. Lo temible es que, no hay ninguna proporción similar con la ayuda militar a Ucrania, que queda cada vez menos “defendida”.

La segunda consideración es que Putin debe tener confianza en sí mismo, también en términos de estabilidad económica. ¿Porqué?. El intento de las democracias de intimidar a Rusia aislándola a nivel comercial y financiero fracasó rotundamente. Putin vio perfectamente la vulnerabilidad de la OTAN, lo que le dio más confianza.

 

 

 

INCONGRUENCIAS

¿Que resultado dieron realmente las medidas tomadas por occidente contra Rusia? El centro de estudios Bruegel, a pesar de todos los anuncios y buenas intenciones, demostró quelos países de la Unión Europea, nunca habían importado tanto gas ruso desde el viaducto Turkstream (a través de Turquía) como lo están haciendo desde el verano de 2023. Por supuesto que, en línea general, Europa importó mucho menos gas ruso que antes de la guerra: 500 millones de metros cúbicos semanales, frente a los 1.700 millones de principios de 2022, antes de la guerra, y más de tres mil en 2021. Por otra parte Gazprom ya no lo vende tan facilmente como antes. Pero las cantidades de gas natural licuado que la UE le compra a Rusia, según observa Simone Tagliapietra de Bruegel,  volvieron a los niveles pre-guerra, después de un leve descenso. Esto quiere decir, lisa y llanamente, que hay una profunda inseguridad europea, sumada a un profundo el miedo de volver a caer en una crisis energética y  esto, podría ser que se le haya escapado al mismo Putin. En cuanto tenga la oportunidad, intentará volver a manipular los miedos europeos.

 

LA FUERZA DEL CRUDO

El Zar ruso logró manipular los precios del petróleo gracias a una convergencia de intereses con el “dueño” de Riad, Mohammed bin Salman. Tienen detrás de ellos a los dos principales países productores de crudo del planeta y el anuncio coordinado en julio de un recorte de producción, ampliado el mes pasado hasta fin de año, provocó un aumento del crudo del 30% en tres meses, hasta casi cien dólares. Putin debe tener en este momento la sensación que controla un ingrediente esencial de la inflación galopante europea, con todas las contradicciones que es capaz de sacar a luz en las economías de sus países.  A pesar del "precio máximo" de 60 dólares el barril que había anunciado Putin, el petróleo ruso se vende ahora a 83 dólares (un 50% más desde finales de junio). El descuento respecto al Brent disminuyó porque los principales compradore, que son India, China y Turquía, en el mes de agosto ya no perciben ningún riesgo al recurrir a proveedores rusos. Los ingresos del crudo ruso están por debajo de los de antes de la guerra, pero en los últimos tres meses aumentaron mucho.

Lo mismo está pasando con el trigo, que está exento de sanciones como toda la cadena alimentaria. Putin denunció el acuerdo sobre las exportaciones desde los puertos ucranianos, Polonia impidió las exportaciones del país vecino y, mientras tanto, Rusia, en los últimos años, lo que hizo, en realidad, es robar cuotas de mercado de Ucrania para convertirse en la superpotencia mundial del trigo.

Las exportaciones rusas de trigo aumentarán un 36 % en 2022-2023 hasta alcanzar los 45 millones de toneladas un récord para el país. Las superficies cultivadas y la producción han aumentado y los principales clientes son países emergentes con importancia estratégica para los europeos: Turquía y Egipto. Mientras tanto, la producción y las exportaciones de Ucrania cayeron estrepitosamente. Encima de todo, Xi Xinping dió órdenes claras: comprar todo el trigo que se pueda y así acumuló el 53% de las reservas mundiales. El precio de la materia prima se redujo a más de la mitad desde que empezó la guerra, volviendo a niveles fisiológicos, pero Putin, con este otro aliado enorme, puede poner nerviosa la UE, amenazándola con mayor inflación…..a través del trigo.

Putin está convencido que puede chantajear a Europa como quiere y la ve, cada vez, más débil, indecisa y sin estrategia. También el mercado del acero tiene aspectos parecidos, porque siguen existiendo sanciones. Rusia perdió cuota de mercado mundial, aunque mucho menos que Ucrania. Para hacer un ejemplo, si hablamos de los desbastes planos, piezas semi-acabadas que se utilizan en la industria siderúrgica, sus exportaciones se han mantenido estables y en algunos casos, como Italia, aumentaron un 56% el año pasado y un 8% este año.

Putin, junto con Xi Jinping, Mohammed bin Salman, el autoritario primer ministro indio Narendra Modi y el autócrata turco Recep Tayyip Erdogan, quieren demostrar que los occidentales perdieron el control de algunos canales vitales de la economía internacional. El Zar quiere demostrar que todavía puede poner a Europa de rodillas con su guerra económica, evidenciando las contradicciones de la UE.

La guerra de los impuestos será muy larga.  Los autócratas del mundo emergente no se ponen de acuerdo entre ellos, pero al menos tienen una estrategia en común: quieren exponer las debilidades europeas y, si es posible, la codicia europea.

Mientras tanto, la UE, no se está preparando para una larga guerra económica y sigue sin estrategias efectivas.