El turismo mundial tomó nota de dos sitios italianos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: la ciudad de Asís y los lugares relacionados con San Francisco, que preserva desde 2000, y desde 2011 la basílica de San Salvatore di Spoleto y el templo de Clitunno en Campello. La ciudad de Asis, la iglesia de San Damián, la eremita de las Cárceles, el santuario de Rivotorto y la basílica de Santa María de los Ángeles son maravillas históricas, artísticas y arquitectónicas que deben ser preservadas.

Cada año son la meta de millones de peregrinos procedentes de todo el mundo: Asís es la ciudad donde nación Francisco, el célebre santo y patrono de Italia, donde tuvo origen la orden de los hermanos menores. Todo en la ciudad remite a San Francisco: desde el medioevo la historia de Asís está asociada al culto y a la difusión del movimiento franciscano y a la transmisión de su mensaje universal de paz y de tolerancia. Religiosos y viajeros visitan cada año la ciudad, transformada en un majestuoso santuario a cielo abierto y recorren la ruta franciscana que parte de la basílica donde reposan los restos del santo y donde el muralista fiorentino Giotto representó su historia con diversos frescos.

También forman parte de ese patrimonio la iglesia de Santa Clara, del siglo XIII, fundadora de la orden de las hermanas Clarisas; el duomo de San Rufino, con una fachada del siglo XIII; la iglesia de San Pedro, de la misma época; la de Santa Maria Maggiore y la Iglesia Nueva, de 1.615. Este recorrido resulta fundamental para acercarse a la vida de San Francisco. Especialmente la iglesia de San Damián, donde se produjo la conversión del joven Francisco frente a un gran crucifico, que hoy se encuentra en la Capilla de las Reliquias de Santa Clara y donde alrededor de 1.226 escribió el célebre poema Cántico de las Criaturas.

Otro símbolo de la espiritualidad franciscana y sitio preservado es la Porziuncola, pequeña capilla fundada en el siglo IV por algunos peregrinos de regreso de Jerusalén, que está dentro de la basílica de Santa Maria de los Ángeles, a unos 5 kilómetros de Asís, donde Francisco construyó el primer convento estable de la orden franciscana. Al lado, la noche del 3 de octubre de 1.226, el santo murió en una simple choza que devino en la Capilla del Tránsito, transformada en 1.569 en basílica por orden del papa Pio V.

En Spoleto, la basílica de San Salvador, obra maestra de la arquitectura sacra antigua, está temporalmente cerrada al público pero desde el portón principal es posible asomarse al interior y admirar las tres naves y los frescos del ábside.