Por Esteban Valenti

Desde el primer debate público y político, quien sabe en qué ágora hace miles de años, los argumentos fueron los más diversos, las habilidades de los oradores o escritores llegaron a altísimos niveles de agudeza, de ingenio e inteligencia para defender sus posiciones. Y todo lo contrario también. Los rebuznos nunca estuvieron excluidos.

El Uruguay, sobre todo a nivel del parlamento y de su prensa escrita o de sus radios y medios televisivos tuvieron grandes polemistas, abundante argumentación y en general un buen nivel intelectual y cultural. Algunos pasaron a la historia. Con sus excepciones, como en todas las cosas.

Las redes vinieron a complicarlo y complejizarlo todo. El torrente de opinadores aumentó sideralmente y el nivel se precipitó dramáticamente. No es culpa de las redes, sino de varios de sus usuarios.

Hace algunas semanas comenzó a subir de temperatura el debate sobre los 135 artículos de la LUC que irán a referéndum el año que viene. Sobre lo único que no hay disputa es que las firmas están.

Del lado del NO, paradójicamente los que quieren mantener los 135 artículos, se alinearon desde el Presidente de la República, muy activo últimamente, todo el Consejo de Ministros, senadores, diputados, intendentes y dirigentes varios de agrupaciones patronales. En el otro rincón, el del SI a la derogación obviamente no hay nadie del gobierno nacional y se suman a los dirigentes políticos de la oposición, dirigentes sindicales y de organizaciones sociales varias.

No coinciden casi en nada, nadie niega el derecho conquistado nada menos con casi 800 mil firmas y el amparo completo de la Constitución de la República de convocar al referéndum, pero el oficialismo hace lo imposible por demostrar desde el principio, que si bien es legalmente válido, es un intento por no dejarlos gobernar en paz, no dejarlos cumplir con su programa. Sin embargo los otros le contestan que les votaron en el parlamento 340 artículos de la LUC. El referéndum NO ES CONTRA LA LUC, aunque parezca insólito hay que aclarar que es contra 135 artículos...Incluso la propuesta de juntar firmas contra toda la LUC por parte de algunas organizaciones, no fue aceptada por la inmensa mayoría. Y a pesar de la consigna central por la derogación, no se trata de eliminar toda la LUC.

Naturalmente el gobierno hará todo lo posible por instalar la idea de que es contra toda la LUC y eso no es verdad, para ser delicados.

El otro argumento central del NO oficialista es que este es un plebiscito, o intenta ser un plebiscito contra el gobierno. Es decir insiste por otra vía con el argumento de no dejarlos gobernar, cuando por razones pandémicas nunca en la historia del Uruguay hubo un gobierno tratado tan delicada y graciosamente por la oposición política y social. Por lo tanto es otro argumento que no corresponde con la verdad.

Obviamente nadie va a argumentar sobre lo maravilloso que es este gobierno y a reclamar simultáneamente que se vote por el SI a derogar los 135 artículos. Es elemental.

Es subestimar a los ciudadanos, querer encajonarlos solo en argumentos simples y burdos, la gente piensa, escucha, y también tiene simpatías políticas y definiciones ideológicas, no irá desnuda y desprevenida al referéndum, pero no es una simple consecuencia de esos factores, es mucho más complejo y los intereses sociales y personales en juego pesarán sin ninguna duda.

El otro recurso peligroso y que empobrece el debate, es ventilar a cada rato "la verdad", como si fuera una propiedad privada. En este debate hay pocas verdades, hay interpretaciones, lecturas, previsiones, prospectivas de lo que puede suceder, pero no se puede juguetear con la propiedad de la verdad menos desde altos cargos institucionales. Y se hace regularmente.

Hay que argumentar, explicar, razonar y respetar a los interlocutores. En todo, en los debates, en los actos y asambleas, en los medios de prensa, en las redes (aquí este es un pedido para la galería...). No por el fantasma desempolvado de la brecha, que francamente asusta a bien pocos, sino porque luego del referéndum quedarán dos años y medio de este gobierno, de este parlamento y habrá afortunadamente que seguir conviviendo.

Para ganar el referéndum hay que considerar los puntos de partida, el apoyo o el rechazo de los diferentes agrupamientos políticos y sociales, pero sobre todo ganará el que logre instalar la línea divisoria que le conviene, que contribuya a que los electores acepten sus argumentos y valoren que son buenos para el país y para ellos mismos. Es lo más difícil de hacer en una elección donde todo es blanco o negro y a lo sumo con abstenciones. Es un referéndum y los uruguayos tenemos experiencia.

Hemos sabido ganarlos y perderlos de ambos lados y gritar no ayuda en absoluto.