ROMA - Está tomando forma desde la Antártida, el gemelo digital de la Tierra que nació al combinar la increíble cantidad de datos recopilados por los satélites con el poder de las supercomputadoras.
El resultado será una copia fiel del planeta, lo que nos permitirá comprender mejor sus cambios. Impulsado por la Agencia Espacial Europea (ESA), el plan Gemelo Digital de la Tierra es uno de los proyectos más innovadores en el sector de la Observación de la Tierra, gracias al gran reconocimiento que recibió en la Conferencia Ministerial de la ESA que finalizó el pasado 23 de noviembre.
En la cita "hubo un fuerte reconocimiento al espacio en general en estos tiempos de crisis, y una fuerte atención al programa de Observación de la Tierra, con una financiación de 2.700 millones de los tres propuestos inicialmente, equivalente al 90% de la cifra propuesta", dijo a ANSA Simonetta Cheli, jefa de la dirección de Observación de la Tierra de la ESA y jefa del Centro de la ESA en Italia (ESRIN).
"Es el presupuesto más grande jamás tenido en la industria, un gran resultado", añadió. Digital Twin of the Earth "es un modelo digital de la Tierra, que utiliza datos de satélites y los integra con tecnologías digitales para comprender cómo serán modelos de evolución", detalló.
El nuevo centro científico que alberga el proyecto nació justo en la ESRIN italiana. Y, junto al modelo de la Antártida, con el delicadísimo equilibrio de sus hielos, emerge el de los cursos de agua de las zonas aledañas al Mediterráneo.
"También hemos comenzado a adquirir infraestructuras informáticas como parte del proyecto European Destiny, en colaboración con el Centro Meteorológico Europeo, un instituto en Italia con conocimientos como los de Cineca y el Instituto Nacional de Física Nuclear", amplió Cheli.
El nuevo corazón de las actividades de observación de la Tierra en Europa es el programa Future EO, con misiones que estudiarán los océanos y los bosques, hasta la gestión agrícola.
Para 2028 se esperan a los dos satélites Harmony, que analizarán los océanos con una resolución nunca antes vista, estudiando en particular la interacción entre la atmósfera, el agua y el hielo gracias a un radar de apertura sintética (SAR) y un instrumento infrarrojo.
También en el programa está la misión mágica NGGM (Next Generation Gravity Mission), que estudiará la gravedad de la Tierra, la circulación de las corrientes oceánicas y las vías fluviales, y luego misiones para evaluar la deforestación, la gestión agrícola y los alimentos.
"Hay muchas otras propuestas sobre la mesa -observó la italiana Cheli-" a las que hay que añadir continuidad con los programas actuales, empezando por Copernicus, que la ESA gestiona con la Comisión Europea y que se basa en los Sentinels, los satélites diseñados para estudiar el suelo, agua, hielo y vegetación.
Luz verde, además, a Sentinel 1 y a Sentinel 3, satélites de próxima generación. Luego está Aeolus 2 en colaboración con la organización europea Eumetsat, "que mejorará drásticamente las previsiones meteorológicas, con un instrumento construido en Italia". Así, Italia en la vanguardia de esas tecnologías para proteger el futuro.