por STEFANO CASINI

Negligencia, corrupción y parálisis política, más una gestión catastrófica de una crísis excesiva, se juntaron con un fenómeno meteorológico extremo. El desastre llegó a Libia inexorablemente y es el peor de la historia del país norte africano. Se acercaban problemas, eso era más que claro, pero, por muchos días, la población libia miró, desde el Mediterráneo hacia Turquía, Grecia y Bulgaria, donde una fuertísima tormenta ya había provocado la muerte de mucha gente.

Cuando llegó a la nación norteafricana, el desastre fue total. Las lluvias torrenciales destrozaron dos represas, lo que provocó la inundación de comunidades enteras. En la ciudad costera de Derna, barrios enteros fueron arrastrados al mar, borrados del mapa. Se calcula que casi 300.000 niños pueden morir a causa de la poderosa tormenta Daniel en el este de Libia y que un número creciente de niños y familias necesitan desesperadamente asistencia humanitaria. El peligro de una masacre humana se concretó en hogares, hospitales, escuelas y todo tipo de infraestructura. La tormenta Daniel causó estragos en el este de Libia, rompiendo represas y destruyendo edificios en muchas ciudades, pero particularmente en Al Bayda, Al Marj y la ciudad costera de Derna, una ciudad de casi 90.000 habitantes que fue practicamente borrada por agua y lodo. La tormenta Daniel se cobró la vida de decenas de miles de personas, a pesar que, la información “oficial” habló de más de 5.000 ,sin considerar los desaparecidos. Además hubo casi 50.000 desplazados internos, refugiados en escuelas y en muchas zonas.  Hoy están aislados en lugares inaccesibles. Actualmente, al menos tres hospitales están fuera de servicio. 10 centros de atención primaria de salud siguen disponibles pero desbordados.

Michele Servadei, de UNICEF declaró después de visitar las zonas afectadas: “Nuestra prioridad es ampliar la asistencia para salvar vidas, en particular proporcionando atención sanitaria, servicios de agua y saneamiento, apoyo psico-social, protección familiar y prevención de la transmisión dañina de datos y enfermedades, tratando de evitar más catástrofes y no podemos permitirnos perder el tiempo". Según el técnico italiano, por la experiencia de catástrofes anteriores, se sabe que las consecuencias de las inundaciones suelen ser más mortales para los niños. Son los más vulnerables y corren un alto riesgo de sufrir epidemias, falta de agua potable, desnutrición y trastornos del aprendizaje, sin considerar la violencia entre tribus.

A medida que el suministro de agua potable baja, aumentan exponencialmente las posibilidades de que se produzcan epidemias de diarrea y cólera, así como deshidratación y desnutrición. Los niños que pierden a sus padres o son separados de sus familias están más expuestos a riesgos de protección, como la violencia y la explotación. UNICEF ha estado apoyando activamente a los niños en Libia desde 1957 y movilizó suministros vitales para apoyar la respuesta humanitaria inmediata, como suministros médicos esenciales para 10.000 personas, 1.100 kits de higiene, materiales para el tratamiento del agua y kits de ropa para 500 niños. Sin embargo, frente a esta situación bíblica, UNICEF necesitaría al menos 10 millones de dólares, de forma inmediata, para salvar vidas. Se precisan una acción inmediata en Al Bayda, Al Marj, Bengasi, Derna y otras zonas afectadas. Las prioridades inmediatas son agua potable, medicinas y equipos sanitarios móviles, apoyo psicosocial y localización de las familias. El alcance de la asistencia humanitaria será más claro en las próximas semanas, a medida que sigan las evaluaciones de campo y UNICEF esté listo para colaborar con las autoridades en la fase de recuperación y reconstrucción, particularmente en lo que respecta a la salud, el agua y las instalaciones sanitarias. El trabajo es inmenso.