MONTEVIDEO (Gente d'Italia/Matteo Forciniti) - La Farnesina admite el problema de las ciudadanías, entonces, ¿cuál será la presencia de Italia en Uruguay?

Lo que en Uruguay como en otros lugares había estado en la zona durante algún tiempo ahora por fin alguien lo admite expresamente en Italia: para el Ministerio de Relaciones Exteriores, los descendientes de italianos en América del Sur son una peligrosa amenaza. "Es una alarma migrante lo que preocupa a la Farnesina", reza La Repubblica que recoge las declaraciones del gabinete de prensa del Ministerio motivadas por las solicitudes de reconocimiento de la ciudadanía italiana que han crecido enormemente en los últimos años.

Además de los consulados bloqueados con personal insuficiente y las eternas listas de espera para obtener una cita, lo que más preocupa son las sentencias de reconocimiento de ciudadanía por la vía judicial, una práctica cada vez más extendida: en primer lugar hay el de vía materna dado que es la única posibilidad que tienen los descendientes de emigrantes italianas nacidos antes del 1 de enero de 1948. A ello se suman los más recientes juicios contra citas imposibles cuando hay tiempos de espera irrazonables por parte de los consulados.

Razones económicas y el estatus para facilitar los viajes con el pasaporte europeo son las principales causas de esta oleada de solicitudes sin ningún vínculo cultural según el Ministerio de Exteriores. "Las disposiciones legislativas vigentes" - afirma la oficina de prensa de la Farnesina - "permiten la potencial presentación de solicitudes de ciudadanía por parte de millones de personas en América del Sur". En Uruguay, donde se realizan entre 2.000 y 2.500 trámites al año, la mitad de la población podría solicitar la ciudadanía según este pronóstico deliberadamente exagerado.

La cuestión de fondo, sin embargo, es otra, a estas alturas hemos entendido que Italia está abandonando por completo a Sudamérica y en particular a Uruguay donde, recordemos, se gastaron dos millones de dólares el año pasado para abrir una nueva oficina consular a modo de catedral en el desierto.

La pregunta a hacerse hoy es sólo una: al bloquear ciudadanías, la Embajada perderá su rol tradicional y entonces ¿para qué será? ¿Cuál será la presencia de Italia en Uruguay? ¿Servirá únicamente para vender productos haciendo alarde de Made in Italy sin preocuparse lo más mínimo por los ciudadanos que residen aquí? ¿Servirá sólo para organizar paseos en bicicleta con propaganda oficial para justificar gastos de miles de dólares? ¿Será posible que el papel de Italia se reduzca únicamente a una pura herramienta de marketing y consumo en la tierra que en el pasado acogió a millones de compatriotas?

"No creo que la ley de ciudadanía se limite dada la historia de la derecha italiana y su activismo tradicional en este tema. Hay muchos intereses electorales y económicos en juego", afirma Alessandro Maggi, asesor de los comités para la lista de Unitalia. "Sin embargo, todo dependerá de la acción de las comunidades y órganos representativos, si logran presionar al gobierno y hacerse escuchar. Desgraciadamente, hasta ahora el panorama es negativo dado que no se ha hecho absolutamente nada por los italianos en el extranjero. Lo que hoy es muy grave -señala- es la situación de la red consular. El problema de la falta de personal en las oficinas desfavorecidas aún no ha sido resuelto por el Ministerio que, en cualquier caso, al menos reconoce explícitamente que existe un problema y no lo estamos inventando".

¿Y en Uruguay? "Aquí la situación sigue siendo extremadamente crítica, el sistema de reservas online no funciona, la gente está cansada de no poder encontrar citas", acusa el expresidente de los Comités de Colonia. "La promoción del Made in Italy está perfectamente bien, siempre que no se olvide a los compatriotas residentes en la zona que solicitan servicios eficientes y rápidos. Aquí, sin embargo, solo se está haciendo esto, el made in Italy se ha impuesto prácticamente en todo".